sábado, diciembre 29, 2007

El viaje de Carlos V a Yuste


Una inscripción casi desaparecida por el transcurso del tiempo dice: «En esta santa casa de San Jerónimo se retiró a acabar su vida el que toda la gastó en defensa de la Fe y conservación de la Justicia, Carlos V, Emperador, Rey de las Españas, cristianísimo, invictísimo. Murió a 21 de septiembre de 1558». Pocos meses antes de retirarse a Yuste abdicó de su imperio en su hijo Felipe II. Entre sus palabras de despedida en Flandes dijo: "Nueve veces fui a Alemania la Alta, seis he pasado en España, siete en Italia, diez he venido aquí, a Flandes, cuatro, en tiempo de paz y guerra, he entrado en Francia, dos en Inglaterra, otras dos fui contra África, las cuales todas son cuarenta, sin otros caminos de menos cuenta que por visitar mis tierras tengo hechos. Y para esto he navegado ocho veces el mar Mediterráneo y tres el Océano de España, y agora será la cuarta que volveré a pasarle para sepultarme." Finalizó su discurso solicitando el perdón de aquellos a los que pudo hacer daño involuntariamente y emocionado terminó con lágrimas en los ojos.

La flota de su último viaje a España estaba integrada por sesenta naves guipuzcoanas, vizcainas, asturianas y flamencas. Partió de Gante el 17 de septiembre de 1556, a bordo de la nave capitana "La Bertendona". En la salida le acompañaron su hijo Felipe II, a quien despidió afectuosamente y le dio algunos consejos para su gobierno y conducta, sus hermanas las reinas viudas de Francia y de Hungría, su hija María, su yerno Maximiliano, rey de Bohemia y una brillante comitiva de flamencos y españoles. Sus hermanas, Leonor y María le acompañaron en el viaje tras años fuera de su lugar de nacimiento. El 28 de septiembre llegó la flota al puerto de Laredo. Al tomar tierra Carlos V declaró: "Yo te saludo, madre común de los hombres. Desnudo salí del vientre de mi madre: desnudo volveré a entrar en tu seno". A su llegada no tuvo el recibimiento que esperaba y se molestó. Además, el mal estado de los caminos retrasó la presencia de Luis Quijada, mayordomo de su hija Juana, princesa regente y gobernadora de Castilla, que traía una remesa de 4.000 ducados que el Emperador había solicitado. Tampoco había llegado el Condestable, ni los capellanes y médicos que necesitaba pues varios habían enfermado o muerto en el viaje y todas estas circunstancias le irritaron especialmente. Durante la estancia en Laredo se encontraba de mal humor.

El 6 de octubre salió de Laredo para Medina de Pomar acompañado por el alcalde de Durango, de la Chancillería de Valladolid. Evitaba hablar de negocios o de asuntos políticos. Su único objetivo era llegar cuanto antes a Yuste. El 13 de octubre llegó a Burgos y permaneció hasta el día 16 negándose al recibimiento del Condestable de Navarra. La marcha era tan lenta que empleó casi seis días de Burgos a Valladolid. Aquí se alojó en la casa de Rui Gómez de Silva dejando el palacio a sus hermanas que llegaron una jornada después. De Valladolid partió el 4 de noviembre con tiempo lluvioso y frío, llevándole en litera sobre mulas. A Tornavacas llegó a través de Valdestillas, Medina del Campo, Horcajo de las Torres y Alaraz. En el duro y escarpado puerto de Tornavacas fue llevado en la litera a hombros de labradores ya que su enfermedad y lo accidentado de la zona le impedía el paso a caballo y las mulas podían despeñarse. Durante las tres leguas que duró el sinuoso y difícil camino no se separó de su lado y anduvo a pie junto al Emperador Luis Quijada.

El 14 de noviembre entraron en Jarandilla y todos se alojaron en el excelente castillo- palacio de los Condes de Oropesa. Perfectamente dotado y con bellos jardines de naranjos y limoneros. El riguroso frío, la pertinaz lluvia y las densas nieblas que acaecían en Yuste aconsejaban alargar la estancia. Estas inclemencias invernales y los severos calores estivales previstos desanimaban a todos, incluida su hermana la Reina de Hungría, que recomendaban al Emperador la suspensión del viaje final y la búsqueda de otro lugar más adecuado para su salud. Ante estos contratiempos, el 23 de noviembre, Carlos V visitó personalmente su futura residencia y volvió convencido de todo cuanto había visto dando su total aceptación. No obstante, el Emperador permaneció en Jarandilla esperando los dineros que había solicitado a Sevilla para despedir y pagar a los criados que le habían acompañado y para sus gastos de manutención. El 16 de enero de 1557 llegaron los fondos, indemnizó a los criados y agilizó los preparativos para su entrada en Yuste. El 3 de febrero de 1557, Carlos V accedió al Monasterio de Yuste. Su primera visita fue a la Iglesia donde le recibió la Comunidad de monjes y le cantó el Te deum laudamus. Colocado en una silla todos los monjes por su orden fueron besándole las manos. El Prior le dirigió unas palabras de agradecimiento por haber elegido el monasterio para vivir con ellos.

sábado, diciembre 22, 2007

El recuerdo navideño de mi infancia


Mis mejores deseos de felicidad y alegría para todos los madrigaleños en cualquier sitio del mundo donde se encuentren rodeados de los seres más queridos. Que la Nochebuena, noche de Paz, sea el comienzo de un año 2008 lleno de éxitos. Que para todos se hagan realidad los mejores sueños. Anatole France decía que el porvenir es un lugar cómodo para colocar los sueños. Son tiempos de reflexión, de cierre de ejercicio y de planificación de nuevos proyectos, de renovadas ilusiones y de ansiadas esperanzas. Un proverbio japonés dice que es mejor viajar lleno de esperanza que llegar. Mientras dura el viaje pervive la esperanza. Pero en este viaje de ilusión hacia el futuro hay una evocación de nostalgia hacia el pasado. Todos recordamos a los seres queridos que no están temporalmente o a los que se fueron para siempre. Algunos nos rebelamos y gritamos sin comprender por qué tienen que irse para siempre los seres buenos que tanto nos quieren y a los que tanto queremos. En Navidades siempre vuelvo a los recuerdos de mi infancia en Madrigal.

Reaparecen especialmente con 7 u 8 años de edad, los días más crudos del invierno con las orejas, las manos y los dedos de los pies llenos de sabañones, en los que en el camino a la escuela, a la clase de D. Baldomero, iba rompiendo alegremente con mis botas katiuskas, recien compradas, los cristales de los charcos. Cuando pasaba por el horno de "tia" Fermina me quedaba pegado a la ventana para aspirar el olor a pan reciente y el delicioso aroma de las perrunillas, las magdalenas y los mantecados permaneciendo un rato más hasta que recibía en mi cara el agradable aire caliente que aliviaba mis heladas mejillas. Entonces hacía frío en Madrigal. D. Baldomero, al que recuerdo especialmente por su inmensa calvicie y su prominente abdomen, nos aplicaba como castigo un duro golpe en la palma de la mano con la regla o nos mandaba tirar de una cuerda anudada a una caña de bambú sujeta a una columna que con un plumero de papel en el vértice y un movimiento de sube y baja evitaba que las moscas le picaran en la calva . Nosotros, en nuestra ingenua infancia, pensábamos que untándonos las manos con ajos porros aliviábamos el dolor y los más optimistas incluso esperaban que la regla se partiera al golpear en las pestilentes manos. La dureza del golpe inmisericorde producía una aguda marca roja y originaba un intenso dolor en la palma de la mano. De inmediato, unas lágrimas de angustia y rabia contenida asomaban en mi rostro cuando era golpeado mientras los demás seguían cantando la tabla de multiplicar. En momentos como éste me consolaba recordando con añoranza la estancia en la escuela de párvulos de "tia" Severa. Los vecinos adultos la llamaban la escuela de los "cagones". Allí las dificultades y los errores se superaban con afecto y mucho cariño. Cuando mi primo Felix "Cuca" y Rafa "El Molinero"- a todos nos había puesto un mote- protegidos del maestro, empezaban a mitad de la mañana a repartir la leche en polvo y el queso amarillo de bola que nos regalaban los americanos aún tenía los ojos rojos y humedecidos de lágrimas. El bote con asa que utilizábamos diariamente como taza para beber la leche que había hecho "tio" Ufe dejaba el fondo de éste lleno de grumos a los que nosotros denominábamos "drugos". D. Teófilo, el otro maestro, era totalmente opuesto a D. Baldomero. Físicamente muy delgado, con gafas de intelectual y abundante cabello, entregado, cariñoso, pedagogo y gran educador. Sentíamos envidia de los que iban a su clase pues de él sólo nos contaban cosas buenas.

A la salida de la escuela los primos y amigos íbamos a pedir el aguinaldo. Con una pequeña pandereta, una rústica zambomba hecha por mi abuelo Blázquez con piel de conejo y madera, una botella vacía de anís estriada y una cuchara, dos tapas de cazuela y un caldero empezábamos con el canto tradicional: "Deme el aguinaldo señora por Dios que venimos cuatro y entraremos dos". Unos céntimos y excepcionalmente alguna peseta para comprar castañas pilongas o algún caramelo alegraba nuestra Nochebuena. Al caer la noche se oían por las calles los villancicos de otros grupos: "25 de diciembre fun, fun, fun.." "Pero mira como beben los peces en el río". "Esta noche es Nochebuena y mañana es Navidad saca la bota María que me voy a emborrachar". "Nochebuena, Nochebuena buena me la dio mi madre que empezó por el más chico y acabó por el más grande". A las doce de la noche, tras la sencilla cena, sonaban las campanas de la torre y D. Martín nos convocaba a la misa del Gallo. El sueño se apoderaba de mí en la iglesia, antes de que el cura dijera en latín el "Ite, misa est". Me despertaba con el último villancico: "Ay del chiquirritín chiquirriquitín metidito entre pajas. Ay del chiquirritín chiquirriquitín queridin, queridito del alma. Entre un buey y una mula Dios ha nacido y en un pobre pesebre lo han recogido". Al terminar la misa nos acercábamos a ver el nacimiento. Y de la mano de mi madre y de mi divertida abuela Sofía, volvíamos a nuestro humilde hogar.

domingo, diciembre 16, 2007

Nuestros antecedentes Vetones en el Raso


"Cuenta Estrabón la anécdota que unos guerreros vetones al ver a unos soldados romanos pasear delante del campamento pensaron que eran locos pues creían que el hombre cuando no se halla en pelea está sin hacer nada, descansando." Estrabón fue geógrafo e historiador griego nacido en Amasía en el año 63 a. C., ciudad de Ponto (en la actualidad pertenece a Turquía). Gran viajero. Su insigne obra es la Geografía, una descripción del mundo como se conocía en la antiguedad.

Los vetones son conocidos dentro de la cultura Cogotas II o de los verracos que se inicia en el siglo V a. C. como evolución de la cultura de la Edad de Bronce denominada Cogotas I con influencia de movimientos indoeuropeos. En el caso de El Raso, pudiera tratarse de Eburones, pueblo celta del sur de los Paises Bajos que se establecen en este siglo. El origen del nombre vetones, según Manuel Salinas de Frías, se identifica con el vocablo celta uikta que significa lucha. La traducción del término vetones o vettones (las dos Tes es un grupo consonántico que no existe en el castellano actual) tiene el significado de hombres de la guerra, luchadores o guerreros. Los primeros restos del asentamiento de El Raso se descubrieron en 1934. El poblado se encuentra sobre el monte llamado del Freillo a 790 metros de altura, un lugar estratégico, con unas vistas admirables de la Sierra de Gredos, del río Tietar, de la garganta de Alardos y del propio Madrigal. El yacimiento tiene diferentes partes: en la zona más alta del poblado se encuentra la Muralla un poco más abajo la Necrópolis y en la unión de la garganta y el río el Santuario. La vida del poblado se extendió hasta mediados del siglo I a. C. muy avanzada la época romana. Tenía una superficie próxima a 15 hectáreas con cerca de 600 casas y alrededor de 3.000 habitantes. La zona amurallada les protegía de los ataques enemigos. En la necrópolis enterraban a sus muertos. Les incineraban y con sus cenizas enterraban sus pertenencias. Creían en otra vida después de la muerte. Rendían culto a la naturaleza y a sus poderes y tenían gran respeto a los mayores. El lobo tenía carácter protector. En los enterramientos se han observado señales de grandes diferencias sociales. Había distintos clanes o familias con gentilicios distintos. Su matrimonio era monogamo y su régimen, patriarcal con presencia de clases o grupos de edad que regían el poblado por medio de consejos de ancianos o de guerreros. Tenían un alto índice de mortandad causado por la falta de higiene, la malaria y las fiebres de malta. La edad media de vida se situaba en 26 años en las mujeres y 33 años en los hombres. En el santuario adoraban al dios Vaélico, dios de las armas. Ejercían el culto mediante danzas y sacrificios. El poder lo ejercía una aristocracia militar de guerreros.

Su base económica estaba constituida por la ganadería, especialmente los cerdos, las vacas y los caballos, seguida de la agricultura y los metales, en especial el oro y el estaño. El cerdo y el ganado vacuno fueron muy importantes, tal y como se reflejan en sus esculturas, las denominadas verracos. También fueron importantes los caballos por los numerosos bocados encontrados en los enterramientos de Cogotas, La Osera, Cardeñosa y El Raso. La importancia de la caballería destaca además en la aparición de defensas de piedras clavadas delante de las murallas para evitar los ataques de la caballería. La agricultura fue complementaria, pues se han encontrado indicios de molinos y aperos de labranza. Se alimentaban de bellotas y castañas. Estrabón decía: "Los habitantes de las sierras viven durante dos tercios del año de bellotas que secan, trituran y después muelen para hacer pan, que conservan largo tiempo". Por el propio Estrabón conocemos que no hacían más de una comida al día. Se alimentaban asimismo de carne de cerdo, cabra y oveja. Su caza era el ciervo y la cabra montés. Confeccionaban sus vestidos con materiales de origen vegetal tejidos de lana y animal, pieles de cabra. Era un pueblo hospitalario. La vida familiar se hacía en torno a la cocina. El hombre cuidaba los animales y cultivaba el campo. La mujer realizaba las tareas domésticas, tejía y realizaba los vestidos para toda la familia. Amaban la música y la danza. Su cultura fue absorbida por la cultura romana y con posterioridad por el cristianismo. No obstante han quedado algunas costumbres o tradiciones de esta época en Madrigal y en los pueblos del entorno de los que haremos mención en otra ocasión.

sábado, diciembre 08, 2007

El Pimentón de la Vera


Los sabios afirman que es el mejor pimentón del mundo. Desde 1994 tiene Denominación de Origen Protegida. El pimiento para pimentón llegó de América y fue introducido en España en 1493 por Cristobal Colón que se lo ofreció a los Reyes Católicos en el Monasterio de Guadalupe. A las especias se las consideraba en la antiguedad como auténticos tesoros. Eran un regalo idóneo para dioses y reyes. Los monjes jerónimos iniciaron el cultivo en este monasterio y de inmediato lo extendieron a los demás, Yuste (Cuacos) y Ñora (Murcia). Tras las piedras de los claustros han convivido por siglos tradición, sabiduría y secretos culinarios que todavía perviven. Éste es el origen de las dos principales zonas pimentoneras de España: la Comarca de la Vera y la Región de Murcia.

El 5 de diciembre de 1492, en su primer viaje, Colón desembarca en una isla a la que bautiza como La Española. Una de las Grandes Antillas, en el mar Caribe, situada al sureste de Cuba y al oeste de Puerto Rico. La segunda más grande del Caribe después de Cuba. Hoy está dividida en dos países la República de Haití y la República Dominicana. Los nativos de esta isla le ofrecieron comidas condimentadas con ají o chiles que Colón confundió con la pimienta de origen asiático y que calificó como "violentamente fuerte" a su regreso a España. Colón trajo en este primer viaje lo que denominó "pimientos", variedades de distintas clases y colores. El hecho es mencionado por Peter Martyr, informador papal, en un escrito de 1493. En el segundo viaje de Colón en 1495, un cronista escribió: "...en aquellas islas existen arbustos como rosales que dan frutos tan largos como canelas con granitos tan picantes como los de la pimienta y que los nativos se comen como nosotros comemos manzanas...". En 1500, Colón llevó en su viaje al médico Diego Chanca que fue el que describió la fauna y flora del Nuevo Mundo y mencionó que los nativos utilizaban el ají para condimentar las carnes y pescados. Con posterioridad varios botánicos describen las características de la especia. La planta fue llevada a la India en 1611 por los portugueses. Los españoles la introdujeron en España y en otras partes de Europa. En el siglo XVII llegó su cultivo a Asia y África llevada por españoles y portugueses. El botánico sueco Linneo clasificó científicamente a las dos especies principales capsicum annum y capsicum frutescens. Las demás son variaciones menores dentro de la mismas especies.

Algunas especies fueron monedas de cambio y llegaron a tener más valor que el propio oro. Tenían propiedades conservantes, aromatizantes, potenciadoras de sabor y terapéuticas. El pimentón dulce o picante contiene abundante vitamina C. Esta vitamina denominada también como ácido ascórbico ayuda a prevenir muchas enfermedades y alarga la vida. Es uno de los mejores antioxidantes. Contiene también flavonoides con propiedades anticancerosas, cardiotónicas, antitrombóticas, antiinflamatorias, analgésicas y antimicrobianas. Y provitamina A. Esta vitamina es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas y los huesos.

El pimentón dulce es imprescindible para dar el toque de sabor y color a multitud de guisos de la cocina mediterránea. El pimentón picante se utiliza para productos de chacinería y como adobo de carnes y pescados. El Consejo Regulador define el producto de la siguiente forma: "La Denominación de Origen Protegida Pimentón de la Vera ampara el producto obtenido de la molienda de frutos totalmente rojos, de las variedades de pimiento del grupo Ocales ( Jaranda, Jariza, Jeromín), y de la variedad Bola, pertenecientes a las especies botánicas Capsicum annum y Capsicum longum, recolectados maduros, sanos, limpios, con el color característico de la variedad, libres de ataques de plagas o enfermedades, secados con leña de encina y/o roble, por el sistema tradicional de la Vera, y que proceda de la zona de producción delimitada."
A este respecto, la zona de producción de pimientos está constituida por los municipios de las comarcas naturales de La Vera, Campo Arañuelo, Valle del Ambroz y Valle del Alagón, en el norte de la provincia de Cáceres. La zona de producción la componen cincuenta pueblos. El Pimentón de La Vera es un producto de sabor y aroma ahumados, intensos y penetrantes, debido al proceso de secado al humo a que se somete a los pimientos. Su coloración es rojo intenso y el fruto tiene un brillo relativo. Su sabor, aroma y color son altamente estables a lo largo del tiempo, debido principalmente al lento y suave proceso de deshidratación que se utiliza. Según su sabor podemos establecer tres grupos de pimentones: Pimentón dulce, de sabor suave, totalmente dulce. Elaborado principalmente con las variedades Bola y Jaranda. Pimentón ocal o agridulce, suavemente picante al paladar. Elaborado principalmente con las variedades Jaranda y Jariza. Pimentón picante, pronunciado picor al paladar. Elaborado principalmente, con las variedades Jeromín, Jariza y Jaranda.

Ha adquirido fama y prestigio y es una de las principales riquezas de la comarca. La Denominación acoge a más de 600 agricultores y 13 industriales abarcando una zona de producción próxima a las 1000 hectáreas. El pasado mes de agosto ha quedado incluido en el Registro de Denominaciones Europeo. Felicidades al "oro rojo" verato del que nos sentimos orgullosos.

Miguel Hernández, poeta del pueblo, dice en su poema:


EL SILBO DE AFIRMACIÓN EN LA ALDEA
......Nace un niño, y entera

la madre a todo el mundo del contorno.

Hay pimentón tendido en la ladera,

hay pan dentro del horno,

y el olor llena el ámbito, rebasa

los límites del marco de las puertas,

penetra en toda la casa

y panifica el aire de las huertas.

Con una paz de aceite derramado,

enciende el río un lado y otro lado

de su imposible, por eterna, huida.

Como una miel muy lenta destilada,

por la serenidad de su caída

sube la luz a las palmeras: cada

palmera se disputa

la soledad suprema de los vientos,

la delicada gloria de la fruta

y la supremacía

de la elegancia de los movimientos

en la más venturosa geografía.




Está el agua que trina de tan fría

en la pila y la alberca

donde aprendí a nadar. Están los pavos,

la Navidad se acerca,

explotando de broma en los tapiales,

con los desplantes y los gestos bravos

y las barbas con ramos de corales.

Las venas manantiales

de mi pozo serrano

me dan, en el pozal que les envío,

pureza y lustración para la mano,

para la tierra seca amor y frío.




Haciendo el hortelano,

hoy en este solaz de regadío

de mi huerto me quedo.

No quiero más ciudad, que me reduce

su visión, y su mundo me da miedo.

¡Cómo el limón reluce

encima de mi frente y la descansa!

¡Cómo apunta en el cruce

de la luz y la tierra el lilio puro

!Se combate la pita, y se remansa

el perejil en un aparte oscuro.




Hay azahar, ¡qué osadía de la nieve!

y estamos en diciembre, que hasta enero,

a oler, lucir y porfiar se atreve

en el alrededor del limonero.

Lo que haya de venir, aquí lo espero

cultivando el romero y la pobreza.

Aquí de nuevo empieza

el orden, se reanuda

el reposo, por yerros alterado,

mi vida humilde, y por humilde, muda.

Y Dios dirá, que está siempre callado.






sábado, diciembre 01, 2007

La Serrana de la Vera


La Serrana de la Vera es una de las mujeres más seductoras de la tradición popular. El personaje tiene íntima relación con la Comarca de la Vera, especialmente con Garganta de la Olla y el Piornal. A lo largo del tiempo, las versiones del romance se han extendido por toda España. La bella Serrana ha servido de inspiración a numerosos grupos y solistas de folk.

La moza cautivó tanto a Lope de Vega que a finales del siglo XV o principios del XVI escribió una comedia sobre ella titulada La Serrana de la Vera. En 1613, Luis Vélez de Guevara escribió otra versión más trágica, con el mismo título, cuyo texto manuscrito se conserva. El contenido de sus obras coincide con el romance popular. Es la historia de una mujer muy hermosa que sufrió un desengaño amoroso y se retiró a vivir a la sierra recluyéndose en una cueva. Se enamoró de un joven que tras seducirla y gozar de ella la abandonó. Posteriormente, en venganza, seducía a los mozos que consideraba especialmente atractivos, los llevaba a la cueva para acostarse con ellos y después los mataba.

Julio Caro Baroja idealiza tanto a la Serrana que la convierte en una diosa maravillosa, un ser sobrenatural con prodigiosas artes de seducción. Manifiesta que su estructura narrativa recuerda al “arquetipo” del mito de Diana. Antigua divinidad de Italia de la naturaleza salvaje y de los bosques. Más que en la diosa cazadora, los romanos veían en ella a la hermana gemela de Apolo. Otros autores se apegan a la tierra, destacan su aspecto forzudo, salvaje y terminan convirtiéndola en una fiera. Dos visiones diferentes: la seducción frente a la fuerza física. O mejor la síntesis de la seducción perversa y la mujer fatal. Una seductora que tras ofrecer el cuerpo a sus amantes y permitir que gocen termina despreciándolos y sustituyéndolos. Reproduce el mito del Don Juan masculino que seduce a las mujeres, las utiliza sexualmente y después las abandona. Aunque con D. Juan pierden la honra pero conservan la vida. Como mujer fatal se convierte en una fiera salvaje con instinto depredador. Caza a la presa, abate a la víctima, se la lleva a su refugio y disfruta vengándose de ella.
En la literatura española son tradicionales las serranillas, poemas amorosos que cantaban el encuentro con una mujer de la sierra o serrana. Se destacan en El Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita y en las obras del Marqués de Santillana. Las serranas eran personajes de existencia casi legendaria y habitaban en escondidas sierras o pasos de montaña. Los caballeros perdidos por la dureza del camino o por climas adversos, se veían obligados a solicitar refugio, a cambio ellas pedían una especie de peaje, bien sexual, bien en forma de algún regalo. A algunas, incluso, se les atribuían crímenes o desapariciones de viajeros. El mismo contenido que en La Serrana de la Vera. Estos mitos, romances o leyendas iban en el siglo XV de boca en boca.
Reproduzco la versión de Azedo de Berrueza escritor del siglo XVIII nacido en Jarandilla:
«Allá en Garganta la Olla,
en la Vera de Plasencia,
salteóme una serrana,
blanca, rubia, ojimorena.

Trae el cabello trenzado
debajo de una montera,
y porque no la estorbara,
muy corta la faldamenta.

Entre los montes andaba
de una en otra ribera,
con una honda en sus manos,
y en sus hombros una flecha.

Tomárame por la mano
y me llevara a su cueva;
por el camino que iba,
tantas de las cruces viera.

Atrevíme y preguntéle
qué cruces eran aquéllas,
y me respondió diciendo
que de hombres que muerto hubiera.

Esto me responde y dice
como entre medio risueña:
-Y así haré de ti, cuitado,
cuando mi voluntad sea.

Dióme yesca y pedernal
para que lumbre encendiera
y mientras que la encendía
aliña una grande cena.

De perdices y conejos
su pretina saca llena,
y después de haber cenado
me dice:
-Cierra la puerta.
Hago que la cierro,
Y la dejé entreabierta:
desnudóse y desnudéme
y me hace acostar con ella.

Cansada de sus deleites
muy bien dormida se queda,
y en sintiéndola dormida,
sálgome la puerta afuera.

Los zapatos en la mano
llevo porque no me sienta,
y poco a poco me salgo,
y camino a la ligera.

Más de una legua había andado
sin revolver la cabeza,
y cuando mal me pensé
yo la cabeza volviera,
y en esto la vi venir
bramando como una fiera,
saltando de canto en canto,
brincando de peña en peña

-Aguarda -me dice-, aguarda;
espera, mancebo, espera:
me llevarás una carta
escrita para mi tierra.

Toma llévala a mi padre;
dirásle que quedo buena.
-Enviadla vos con otro,
o ser vos la mensajera”.

domingo, noviembre 25, 2007

Evolución demográfica desde el siglo XVIII hasta nuestro tiempo


En 1786, en el “Interrogatorio” antes citado, los curas de cada pueblo enviaron a Tomás López las respuestas a un cuestionario, más un plano y croquis de cada lugar, con el que el geógrafo confeccionó el Diccionario Geográfico de España. El capellán de Madrigal, Francisco de Borja, expresa asimismo que en esta fecha había 40 vecinos o 134 habitantes aproximadamente. En 33 años la población había crecido un 33,33%. Lo que resulta singular es que también destaca como hecho más memorable el haber sido pueblo de 200 vecinos. Datos no documentados desde finales del siglo XIV hasta esta fecha.

En el siglo XIX, exactamente en 1823 tenía 74 vecinos o 252 habitantes, superiores en un 85% al siglo XVIII pero muy lejos de los 127 vecinos o 429 habitantes, máximo censo conocido y record en el siglo XVI hasta esta fecha. Durante el reinado de Isabel II, el gobierno intentó concienciar al pueblo español sobre la necesidad de realizar mejoras en las condiciones sanitarias pues las medidas legislativas puestas en práctica fueron insuficientes. En este siglo y muy adentrado el siglo XX, en nuestro pueblo como en todas las zonas rurales las viviendas generalmente eran pequeñas, insalubres y antihigiénicas. La ausencia de alcantarillado hacía que los excrementos y las aguas sucias se arrojaran, en huertos, cuadras o incluso en la propia calle.

Los enterramientos junto a las iglesias eran motivo de preocupación especialmente en los brotes de epidemias. Desde finales del siglo XVIII estaba previsto el traslado de los cementerios fuera de la población pero no se produjo hasta 1833 con la epidemia del cólera morbo que causó estragos en la población sana. El médico rural era contratado por uno o varios pueblos para la atención de los más pobres. Los vecinos que podían le pagaban la iguala que percibía en especie o en metálico. La tasa de mortalidad infantil era muy alta especialmente en el primer año de vida a causa de las diarreas. Entre los adultos la principal causa de muerte era la tuberculosis. Aunque había varias causas de mortalidad todas dependían básicamente de la desnutrición y la miseria. La viruela y el sarampión causaban grandes epidemias, ésta última en los niños. En 1885 hubo una nueva epidemia de cólera en el que las muertes superaron a los nacimientos.

El siglo XX ha sido el período de crecimiento demográfico más importante y prolongado de la historia de España. Madrigal ha seguido la misma tendencia. Desde 1857, casi siglo y medio, la tasa de crecimiento anual acumulativo indica que la población española ha crecido a un ritmo del 7% anual. Se trata de un incremento bastante moderado comparado con el de algunos países en desarrollo, pues una población con este ritmo de crecimiento tarda un siglo en doblarse. Madrigal, de 350 habitantes a finales del siglo XIX llegó a casi 3.000 en el año 1960. El mayor crecimiento de su historia, en 60 años, un 857%. Coincide con el mayor crecimiento natural en España con tasas anuales del 11-13% entre 1955 y 1964. La tendencia cambia desde 1977 hasta nuestros días, con una importante caída en la natalidad a tasas de 1,5%, produciéndose además un alto envejecimiento de la población. Esta tendencia empieza a modificarse con la inmigración extranjera.

El crecimiento de la población es el resultado de la suma de dos factores: por un lado, el crecimiento natural o vegetativo, es decir, la diferencia entre nacimientos y defunciones, y por otro, el crecimiento migratorio o diferencia entre inmigrantes y emigrantes. En Madrigal, el movimiento migratorio se produce a partir de los años 60 hacia Europa Occidental y hacia Madrid, Cataluña y País Vasco. Por esta causa, en 1990 cae el censo a 2.000 habitantes, disminuye un 33,33%. En el último padrón municipal del año 2006 el pueblo tenía 1.734 habitantes.

En este siglo XX y los años del siglo XXI, el desarrollo socioeconómico, las mejoras en la higiene y alimentación y los avances médicos (vacunas y antibióticos) han cambiado las condiciones sanitarias. Los nacimientos han sido generalmente superiores a las defunciones, a excepción de dos épocas, la epidemia gripal de 1918 y la guerra civil de 1936 en las que se produjo un crecimiento natural negativo. España pasó de tener una de las esperanzas de vida más bajas de Europa a tener una de las más altas del mundo, junto a Japón, Suecia y Suiza.

sábado, noviembre 17, 2007

Evolución demográfica hasta el sigo XVIII


Los datos más antiguos sobre el número de vecinos en la Vera a finales del siglo XIV y principios del XV los aporta Vicente Paredes Guillén y muestran un importante crecimiento demográfico en el término de un siglo. En el período 1395-1400 se estima que en Madrigal había 60 vecinos que a una media de 3,4 habitantes por vecino asciende a un total de 204 habitantes, según el concierto que hizo el Concejo de Plasencia con el Sexmo de la Vera para el pago del impuesto de la Moneda Forera. El número de vecinos pecheros –obligados a contribuir con pechos o tributos- en 1494 era de 100 vecinos o 340 habitantes. En cien años Madrigal había tenido un crecimiento del 67%.

Durante el siglo XVI la vida transcurre de forma similar al siglo XV, aunque en un clima de mayor bonanza por la política de unidad de los Reyes Católicos. Los habitantes en el año 1532 son 107 vecinos o 364 habitantes. En 38 años hubo un crecimiento demográfico del 7%. En 1591 había 127 vecinos o 429 habitantes. El censo de este año tuvo un carácter especial y es que además del número de vecinos pecheros facilitaba el número de hidalgos, clérigos y religiosos. Madrigal tenía 126 vecinos pecheros y un clérigo. No tenía hidalgos -personas que por su sangre eran de clase noble o distinguida- ni religiosos. En toda la Vera había 22 hidalgos que se repartían de la siguiente forma: Aldeanueva (1), Arroyomolinos (4), Garganta la Olla (1), Jarandilla y Guijo (4), El Losar (8), Pasarón y Torremenga (2) y Valverde (2). En este siglo Madrigal había tenido un menor crecimiento, el 26%. Es el siglo en que dos obispos de Plasencia, Gutierre de Vargas Carvajal (1523-1559) y Pedro Ponce de León (1560-1573), van a dar un gran impulso a la construcción de nuevas iglesias en la Vera incluida la de Madrigal. Y el siglo en que se produjo la retirada de Carlos I al Monasterio de Yuste que tuvo influencia en la comarca. Llegó el Emperador a la fragosa soledad de Yuste el 3 de febrero de 1557.

El siglo XVII nos muestra la enorme regresión demográfica que sufrió nuestro pueblo en poco más de cien años, según el Vecindario de 1717 de Isidro Faxardo. De 126 vecinos en 1591 bajó a 23 vecinos en 1717. Perdió 103 vecinos, un 81,7% de la población. De 429 habitantes bajó a 79. El nuevo siglo se inicia con una recesión económica que coincide con la paralización de construcciones civiles y religiosas, agravándose posteriormente con las guerras fronterizas con Portugal y la incorporación a milicias, el empobrecimiento del campesino, la grave peste que devastó la población y la dura política tributaria del Señorío de Valverde contra el pechero. Estas crisis fueron las causas de tan fuerte caída demográfica y del grave estancamiento económico.

El siglo XVIII se inicia con un lento proceso de recuperación demográfica y una pequeña reactivación económica que produjo ligeras mejoras en las condiciones de vida locales y en el desarrollo de las bases productivas agrarias. Según el Catastro de Ensenada de 1753, Madrigal tenía 30 vecinos censados incluido el capellán, es decir alrededor de 100 habitantes. En 46 años había tenido un incremento del 26,5%. Este censo aporta una novedad: desglosa a los vecinos por profesiones. Además del capellán, había 4 viudas, pobres o menores de edad, 6 pastores o cuidadores de ganado, 12 labradores o ganaderos propietarios, 6 artesanos y 3 profesiones liberales que incluían además de las actualmente conocidas, escribanos, barberos, sangradores, administradores, recaudadores de rentas, arrendadores, cilleros -guardadores de la cámara de granos-, sacristanes, organistas y pregoneros.

sábado, noviembre 10, 2007

Antecedentes Históricos


Las históricas calles antiguas, sinuosas y angostas, de canto rodado han sucumbido ante el cemento. Aún quedan deliciosos rincones umbríos e intrincados con casas de maderas entramadas en el pardo colorido de los adobes viejos o vetustas callejuelas mágicas, laberintos quiméricos, que parecen ancladas en el tiempo.

Madrigal y toda la Vera disfrutan, como sabemos, de abundantes aguas y tienen un relieve accidentado con importantes elementos de defensa, factores que han permitido el asentamiento humano desde los primeros tiempos prehistóricos e históricos. Julio Caro Baroja, en sus estudios etnográficos, ha subrayado la importancia del relieve físico para el desarrollo de las culturas.

Desde la presencia de los vetones en el siglo VI antes de Cristo de los que hay numerosos vestigios en El Raso, se han escrito páginas documentadas sobre las referencias más significativas de los fenicios, cartagineses, romanos y visigodos de los que no voy hacer mención. Algunos autores manifiestan la insuficiencia de datos para testimoniar la presencia musulmana en la región. Otros la deducen en la pervivencia de topónimos como Jaraíz, Jarandilla, río Gualtaminos y la existencia de restos musulmanes en la plaza mayor de Jaraíz, citada en 1786 en la correspondencia enviada por el cura del lugar al geógrafo Tomás López.
Aunque es en la época de la Reconquista, según Domingo Montero Aparicio, cuando la Vera y sus lugares se van a incorporar definitivamente a la Historia. Es probable que en algún pueblo de la Vera repobladores cristianos se asentaran en alguna aldea musulmana existente. No parece el caso de Madrigal por la escasez de indicios árabes. La mayoría de los pueblos actuales de la comarca deben su creación a la repoblación de zonas conquistadas hacia finales del siglo XII y principios del XIII. José Antonio Sánchez Prieto manifiesta que la zona fue repoblada por leoneses pues un elevado número de características locales: aspectos lingüísticos, folklore popular, tipos de vivienda rural y otras responden más a influencias asturiano-leonesas que castellanas. Se estableció un régimen rural de pequeña propiedad que se caracterizó por la división de la tierra en pequeños lotes además de la utilización de los pastos y bosques comunales.

Según el médico Marceliano Sayans, los nombres de muchos pueblos de la Vera son topónimos medievales: Valverde, Villanueva, Aldeanueva, Torremenga, Pasarón, El Losar. Antes de la fundación de Plasencia la comarca aparece citada en documentos reales de la segunda mitad del siglo XII. El hecho histórico más importante en esta época medieval es la fundación de Plasencia por Alfonso VIII de Castilla en el año 1186, en cuyos límites y jurisdicción se establecerá la Vera en 1189. En este mismo año se crea un nuevo Obispado en Plasencia y la Vera queda vinculada.

La dependencia jurisdiccional de todas las aldeas creadas, respecto a Plasencia, se mantendrá hasta los primeros enfrentamientos entre el rey y la nobleza en la época de Alfonso X, con motivo de la sucesión entre su hijo Sancho IV y su nieto el Infante Alfonso de la Cerda, hijo natural de su hijo primogénito Fernando de la Cerda que ya había fallecido. La sede placentina recién creada tendrá profundas disputas con los Obispados de Ávila y Toledo, llegándose a situaciones violentas, incluso a enfrentamientos armados entre las ciudades de Ávila y Plasencia, según cuenta el historiador Fr. Alonso Fernández. A pesar de estos intentos, la ciudad de Plasencia conservará su sede episcopal, desligándose por completo de los Obispados castellanos y pasando a depender del Arzobispado de Santiago.


Es ya bien conocido, que en la última década del siglo XIII el rey Sancho IV concedió Valverde y las aldeas de Madrigal, Talaveruela, Viandar y Villanueva al Canciller de la Reina y Abad de Santander, Nuño Pérez de Monroy, I Señor de Valverde, y a todos sus sucesores. Madrigal, de aldea de realengo pasa a ser aldea de señorío. Plasencia se vio afectada por la separación de estos lugares de su jurisdicción pero los más afectados fueron los madrigaleños que fueron sometidos a un régimen arbitrario y despótico y a un férreo sistema tributario.

Enrique IV confirma en 1455 a Diego López de Zúñiga, Conde de Nieva, la posesión del Señorío de Valverde. Con este Conde se intensificó el régimen de dureza y opresión. Los Reyes Católicos tuvieron que intervenir en casos extremos que llegaron a oídos de la Corte en favor de algunos vecinos de la zona a quienes el Conde confiscaba bienes, agraviaba o torturaba. En 1786, cuando el párroco de Madrigal es consultado en el “Interrogatorio” de Tomás López sobre el sistema de gobierno, expresa en su respuesta el estado de ánimo que se vivía entonces:”..por lo que dice a gobierno político y económico se puede decir que ninguno, porque aquí la villa de Balberde es la que lo manda y dispone todo y carece este lugar de todo gobierno económico, ni tiene privilegio alguno...” Madrigal logra su autonomía a mitad del siglo XIX. El concejo de Villanueva compra su autonomía al Conde Nieva y se desvincula de la jurisdicción de Valverde en el año 1643. Dos años después lo hace Viandar. Los escasos recursos del concejo de Madrigal impiden antes su separación.

sábado, noviembre 03, 2007

La senda del recuerdo


Una voz inesperada me ha puesto en la senda del recuerdo y del pensamiento. Hoy me encuentro en una saludable ambivalencia o naturaleza de doble cara. Como el dios Jano. En un mundo antagónico, bipolar: un empresario las más de las veces con estrés, impaciente en el atasco, enloquecido por los ruidos madrileños, inmerso en la vorágine de los negocios, transformado por minutos en un peregrino del mundo del saber y de la literatura. Palabras mágicas que dan relevancia a mucho de lo que en nuestro entorno empresarial no lo tiene y que lo debería tener.

Este peregrinaje al mundo de las letras -que no de cambio- ha logrado resucitar lejanas y fuertes alianzas, de un lado con mi niñez y mi adolescencia y de otro con la pequeña o gran historia de mis orígenes.


La canícula agosteña es idónea para la evocación y el recuerdo. En Madrigal de la Vera, cierta mente generosa y sabia ha creado una naturaleza indómita, salvaje, seductora. En la lejanía, cimas colosales de roca dura y formas enigmáticas se elevan hasta el firmamento. Siglos atrás nos informan que estos picos eran cumbres blancas con nieves casi perpetuas. Hay valles callados en los que sólo rompe su silencio una música de esquilas y tierras fértiles nada ociosas ni holgazanas.

Los prados y pastizales de verdor perenne se extienden junto a castaños, robles melojos y nogales centenarios. Hay lugares mágicos con flores de azafrán, gencianas de turbera, dragoncillos, manzanilla y claveles de Gredos. En los bosques de misteriosas espesuras cohabitan rapaces diurnas y nocturnas como el milano negro, el águila culebrera, el alcotán, el buho real junto al mayor carroñero de la sierra, el buitre negro. Hay variadas y jugosas frutas como melocotones, camuesas, granadas, albérchigos, cermeñas, limones y naranjas con su perfumado azahar, inconfundibles todas con sus semejantes. A muchos de mi generación nos trae recuerdos infantiles y pesadumbre la sufrida y resignada lagartija serrana, de exigua longitud y dos tercios de cola, objetivo perverso de nuestras diabluras. Antaño tenía pavor de la víbora hocicuda, de la culebra bastarda o del lagarto verdinegro. Y entre los mamíferos me impresionaba el bello rostro del gato montés y observaba con atención a los dignos representantes de la abundante fauna verata como liebres, conejos perdices, zorros, jabalíes, ardillas rojas, ginetas y numerosos ratones minúsculos de campo.


Mis abuelos, sencillos y bondadosos, me contaban que en su infancia se oía aullar al lobo en las noches oscuras y gélidas del invierno. Pedro Tirado, alcalde del pueblo en 1791, ya manifestaba la crianza de un importante número de lobos que experimentaban ruina en los ganados. Años más tarde, en parajes próximos al Circo de Gredos, pude observar a los poderosos machos monteses a los que el propio alcalde también mencionaba a finales del siglo XVIII, desafiándose en la época de celo para dirimir la posesión de las hembras y en los altos riscos dominaba la majestuosa figura del águila real acompañada del cernícalo, el halcón peregrino y el buitre leonado. La brisa fresca siempre trae fragancias balsámicas de la sierra.

De esta naturaleza indómita me cautivan los colores vibrantes en la estación mágica del otoño. Las hojas visten a los árboles con deliciosos tonos amarillos, naranjas y rojos embriagadores antes de que su caída anuncie la llegada del invierno.

Toda esta fauna y flora verata está amenizada con la presencia de una gran variedad de pajarillos cantores: ruiseñores, herrerillos, pardillos, mitos, jilgueros, currucas, mirlos acuáticos, verderones y otras especies de sotos y riberas que con sus melodías alegran este fascinante rincón del mundo.

jueves, noviembre 01, 2007

Orígenes


Hoy 1 de noviembre de 2007, día festivo, es una fecha especial para iniciar esta singladura abierta tan apasionante. Mundanesca, título de este blog, es una voz castiza española utilizada por el poeta español Fray Damián de Vegas en su libro de Poesías. Vivió en la segunda mitad del siglo XVI en Toledo. Tomó el hábito de San Juan de Santa María del Monte y figura en el catálogo de autoridades de la lengua, de la Real Academia. "Son leyes de aquel quaderno que en la mundanesca guardan, aunque hay ley de Dios eterno que los que las guarden, ardan para siempre en el infierno". Este mismo poeta, antitaurino, escribió: "Ved que tochedad extraña / poner gran felicidad / en matar con crueldad / a una inocente alimaña." Y contra la mundanesca se expresó el poeta en otro verso: "¿Hasta cuándo ¡oh hijos de ira! amaréis la vanidad y buscaréis la mentira?" Temas de plena actualidad en este siglo XXI en España.

En relación a mi nombre: "Diógenes", el ilustre Diógenes el Cínico, natural de Sínope, es mi filósofo favorito. Su padre, de nombre Icesio, fue banquero. Diocles dice que como su padre tenía banco público y fabricaba moneda adulterina muy pronto decidió huir. El filósofo afirmaba de sí mismo que fue monedero falso. Son muy numerosas las anécdotas y expresiones que se conocen de Diógenes. Fue discípulo de Antístenes de quien elogiaba sus enseñanzas. Su conducta y su carácter ascético fueron admirables. Un hijo de aristócrata que llevaba una vestimenta rústica y descansaba en pórticos o plazas públicas. Su biografía como la de todos los filósofos revela una singular atención por la realidad social y humana. “Solía decir que es preferible la compañía de los cuervos a la de los aduladores, pues aquéllos devoran a los muertos y estos a los vivos". En cierta ocasión uno le reprochó: «Te dedicas a la filosofía y nada sabes», le respondió: «Aspiro a saber, y eso es justamente la filosofía.» "Alejandro Magno afirmaba que si no fuera Alejandro le gustaría ser Diógenes". Preguntándole uno de dónde era, respondió: «Ciudadano del mundo.» “Cierto día pedía limosna a un individuo de mal carácter. Este le dijo: «Te daré, si logras convencerme.» «Si yo fuera capaz de persuadirte –contestó Diógenes- te persuadiría para que te ahorcaras».”

Como dice mi paisano y buen amigo Pablo García Castillo: "la filosofía desde su nacimiento fue entendida, no como una reflexión abstracta y alejada de la realidad, sino como una búsqueda gozosa de la excelencia en la vida humana."

Mi apellido "Madrigal" es el topónimo de mi lugar de nacimiento, Madrigal de la Vera (Cáceres). Desde siempre he sentido curiosidad por el origen del nombre Madrigal de tan agradable y dulce susurro como los sigilosos veneros, las gratificantes fuentes y los alborozados arroyos que vierten sus aguas frías y cristalinas en este paraíso natural.
Confío en que éstas u otras aportaciones ayuden a un mejor conocimiento de nuestros vetustos orígenes. Corominas y un grupo de colaboradores establecen una abierta y rica discusión para algunos conclusiva sobre (voz madriu) los derivados toponímicos del latín matrix-matricis. Separan de un lado los topónimos Madriguera, Madrigueres, que ―según los casos― exhiben una significación como cubil, guarida o como cauce de agua, conducto, canal; y de otro el topónimo Madrigal. Al analizar estos nombres relacionados con Ávila, Burgos, Cáceres y Guadalajara, en el término Madrigal se inclinan por una acepción hidronímica: “curso o cauce de agua”. Mencionan asimismo la hipótesis de Rohlfs, para quien Madrigal contiene un matiz colectivo o plural del que carece el término base, frecuente en la toponimia peninsular, Madriz, Madriu, Matriche. Cabeza Quiles (1992), por su parte, muestra la difusión en Galicia del topónimo Madre, que alude a un canal de río y, localmente, a una presa.
Así pues, se está ante un derivado de latín matrice- un matricale- ‘corriente de agua’, duplicado dialectal de madriz. Hay un diccionario de términos leoneses recopilado por Amadeo Núñez que define el término madriz, del latín matrix-matricis, como “sendero entre dos tabladas o formas, más alto que el plano de éstas, que sirve de paso entre ellas para dirigir el riego”. El libro sobre Calzada de Valdunciel asigna a madriz la misma acepción que Corominas, “surco que abren las aguas pluviales en tierra”. Ruhstaller (1994) cita del libro de la Montería de Alfonso XI algunos topónimos emparentados (Val de Madrigal en Toledo y Madrigal en Burgos) y los orienta hacia las mismas acepciones que Corominas. Morala (1989) recoge el término del habla local ya citado madriz “canal por el que corre el agua ya sea de riego o de drenaje para dar salida a las aguas de una fuente”; sinónimo parcial de “reguero” pero siempre artificial (es decir, el reguero puede ser natural pero la madriz, no). La acepción argentina madrejón es también hidronímica “meandro abandonado que se encharca”. Otros investigadores afirman que el vocablo madrigal procede del término hispanoárabe MAYRIT que significa "aguas subterráneas".

Nieto Ballester hace una nueva aportación con menos adeptos que en nuestra zona tiene, en parte, coherencia. El término Madrigal hace referencia a un lugar donde crece en abundancia una hierba silvestre denominada en botánica Matricaria Camomilla conocida popularmente como manzanilla. Esta planta era utilizada ya en la antigüedad por los egipcios, griegos y romanos como febrífuga contra las enfermedades del hígado y los dolores intestinales. Es mencionada en textos árabes de botánica de los siglos XII-XIII y denominada como “matriqal” originaria del nombre Madrigal. ¿Existen vínculos árabes tan importantes en mi pueblo o en el pasado histórico de la comarca? ¿Es o era tan abundante la manzanilla silvestre en el municipio que condicionara hasta ese nivel el propio nombre? Un asunto de interés que transmito a expertos, bien documentados o a cualquiera que pueda dar luces suficientes.