domingo, noviembre 25, 2007

Evolución demográfica desde el siglo XVIII hasta nuestro tiempo


En 1786, en el “Interrogatorio” antes citado, los curas de cada pueblo enviaron a Tomás López las respuestas a un cuestionario, más un plano y croquis de cada lugar, con el que el geógrafo confeccionó el Diccionario Geográfico de España. El capellán de Madrigal, Francisco de Borja, expresa asimismo que en esta fecha había 40 vecinos o 134 habitantes aproximadamente. En 33 años la población había crecido un 33,33%. Lo que resulta singular es que también destaca como hecho más memorable el haber sido pueblo de 200 vecinos. Datos no documentados desde finales del siglo XIV hasta esta fecha.

En el siglo XIX, exactamente en 1823 tenía 74 vecinos o 252 habitantes, superiores en un 85% al siglo XVIII pero muy lejos de los 127 vecinos o 429 habitantes, máximo censo conocido y record en el siglo XVI hasta esta fecha. Durante el reinado de Isabel II, el gobierno intentó concienciar al pueblo español sobre la necesidad de realizar mejoras en las condiciones sanitarias pues las medidas legislativas puestas en práctica fueron insuficientes. En este siglo y muy adentrado el siglo XX, en nuestro pueblo como en todas las zonas rurales las viviendas generalmente eran pequeñas, insalubres y antihigiénicas. La ausencia de alcantarillado hacía que los excrementos y las aguas sucias se arrojaran, en huertos, cuadras o incluso en la propia calle.

Los enterramientos junto a las iglesias eran motivo de preocupación especialmente en los brotes de epidemias. Desde finales del siglo XVIII estaba previsto el traslado de los cementerios fuera de la población pero no se produjo hasta 1833 con la epidemia del cólera morbo que causó estragos en la población sana. El médico rural era contratado por uno o varios pueblos para la atención de los más pobres. Los vecinos que podían le pagaban la iguala que percibía en especie o en metálico. La tasa de mortalidad infantil era muy alta especialmente en el primer año de vida a causa de las diarreas. Entre los adultos la principal causa de muerte era la tuberculosis. Aunque había varias causas de mortalidad todas dependían básicamente de la desnutrición y la miseria. La viruela y el sarampión causaban grandes epidemias, ésta última en los niños. En 1885 hubo una nueva epidemia de cólera en el que las muertes superaron a los nacimientos.

El siglo XX ha sido el período de crecimiento demográfico más importante y prolongado de la historia de España. Madrigal ha seguido la misma tendencia. Desde 1857, casi siglo y medio, la tasa de crecimiento anual acumulativo indica que la población española ha crecido a un ritmo del 7% anual. Se trata de un incremento bastante moderado comparado con el de algunos países en desarrollo, pues una población con este ritmo de crecimiento tarda un siglo en doblarse. Madrigal, de 350 habitantes a finales del siglo XIX llegó a casi 3.000 en el año 1960. El mayor crecimiento de su historia, en 60 años, un 857%. Coincide con el mayor crecimiento natural en España con tasas anuales del 11-13% entre 1955 y 1964. La tendencia cambia desde 1977 hasta nuestros días, con una importante caída en la natalidad a tasas de 1,5%, produciéndose además un alto envejecimiento de la población. Esta tendencia empieza a modificarse con la inmigración extranjera.

El crecimiento de la población es el resultado de la suma de dos factores: por un lado, el crecimiento natural o vegetativo, es decir, la diferencia entre nacimientos y defunciones, y por otro, el crecimiento migratorio o diferencia entre inmigrantes y emigrantes. En Madrigal, el movimiento migratorio se produce a partir de los años 60 hacia Europa Occidental y hacia Madrid, Cataluña y País Vasco. Por esta causa, en 1990 cae el censo a 2.000 habitantes, disminuye un 33,33%. En el último padrón municipal del año 2006 el pueblo tenía 1.734 habitantes.

En este siglo XX y los años del siglo XXI, el desarrollo socioeconómico, las mejoras en la higiene y alimentación y los avances médicos (vacunas y antibióticos) han cambiado las condiciones sanitarias. Los nacimientos han sido generalmente superiores a las defunciones, a excepción de dos épocas, la epidemia gripal de 1918 y la guerra civil de 1936 en las que se produjo un crecimiento natural negativo. España pasó de tener una de las esperanzas de vida más bajas de Europa a tener una de las más altas del mundo, junto a Japón, Suecia y Suiza.

sábado, noviembre 17, 2007

Evolución demográfica hasta el sigo XVIII


Los datos más antiguos sobre el número de vecinos en la Vera a finales del siglo XIV y principios del XV los aporta Vicente Paredes Guillén y muestran un importante crecimiento demográfico en el término de un siglo. En el período 1395-1400 se estima que en Madrigal había 60 vecinos que a una media de 3,4 habitantes por vecino asciende a un total de 204 habitantes, según el concierto que hizo el Concejo de Plasencia con el Sexmo de la Vera para el pago del impuesto de la Moneda Forera. El número de vecinos pecheros –obligados a contribuir con pechos o tributos- en 1494 era de 100 vecinos o 340 habitantes. En cien años Madrigal había tenido un crecimiento del 67%.

Durante el siglo XVI la vida transcurre de forma similar al siglo XV, aunque en un clima de mayor bonanza por la política de unidad de los Reyes Católicos. Los habitantes en el año 1532 son 107 vecinos o 364 habitantes. En 38 años hubo un crecimiento demográfico del 7%. En 1591 había 127 vecinos o 429 habitantes. El censo de este año tuvo un carácter especial y es que además del número de vecinos pecheros facilitaba el número de hidalgos, clérigos y religiosos. Madrigal tenía 126 vecinos pecheros y un clérigo. No tenía hidalgos -personas que por su sangre eran de clase noble o distinguida- ni religiosos. En toda la Vera había 22 hidalgos que se repartían de la siguiente forma: Aldeanueva (1), Arroyomolinos (4), Garganta la Olla (1), Jarandilla y Guijo (4), El Losar (8), Pasarón y Torremenga (2) y Valverde (2). En este siglo Madrigal había tenido un menor crecimiento, el 26%. Es el siglo en que dos obispos de Plasencia, Gutierre de Vargas Carvajal (1523-1559) y Pedro Ponce de León (1560-1573), van a dar un gran impulso a la construcción de nuevas iglesias en la Vera incluida la de Madrigal. Y el siglo en que se produjo la retirada de Carlos I al Monasterio de Yuste que tuvo influencia en la comarca. Llegó el Emperador a la fragosa soledad de Yuste el 3 de febrero de 1557.

El siglo XVII nos muestra la enorme regresión demográfica que sufrió nuestro pueblo en poco más de cien años, según el Vecindario de 1717 de Isidro Faxardo. De 126 vecinos en 1591 bajó a 23 vecinos en 1717. Perdió 103 vecinos, un 81,7% de la población. De 429 habitantes bajó a 79. El nuevo siglo se inicia con una recesión económica que coincide con la paralización de construcciones civiles y religiosas, agravándose posteriormente con las guerras fronterizas con Portugal y la incorporación a milicias, el empobrecimiento del campesino, la grave peste que devastó la población y la dura política tributaria del Señorío de Valverde contra el pechero. Estas crisis fueron las causas de tan fuerte caída demográfica y del grave estancamiento económico.

El siglo XVIII se inicia con un lento proceso de recuperación demográfica y una pequeña reactivación económica que produjo ligeras mejoras en las condiciones de vida locales y en el desarrollo de las bases productivas agrarias. Según el Catastro de Ensenada de 1753, Madrigal tenía 30 vecinos censados incluido el capellán, es decir alrededor de 100 habitantes. En 46 años había tenido un incremento del 26,5%. Este censo aporta una novedad: desglosa a los vecinos por profesiones. Además del capellán, había 4 viudas, pobres o menores de edad, 6 pastores o cuidadores de ganado, 12 labradores o ganaderos propietarios, 6 artesanos y 3 profesiones liberales que incluían además de las actualmente conocidas, escribanos, barberos, sangradores, administradores, recaudadores de rentas, arrendadores, cilleros -guardadores de la cámara de granos-, sacristanes, organistas y pregoneros.

sábado, noviembre 10, 2007

Antecedentes Históricos


Las históricas calles antiguas, sinuosas y angostas, de canto rodado han sucumbido ante el cemento. Aún quedan deliciosos rincones umbríos e intrincados con casas de maderas entramadas en el pardo colorido de los adobes viejos o vetustas callejuelas mágicas, laberintos quiméricos, que parecen ancladas en el tiempo.

Madrigal y toda la Vera disfrutan, como sabemos, de abundantes aguas y tienen un relieve accidentado con importantes elementos de defensa, factores que han permitido el asentamiento humano desde los primeros tiempos prehistóricos e históricos. Julio Caro Baroja, en sus estudios etnográficos, ha subrayado la importancia del relieve físico para el desarrollo de las culturas.

Desde la presencia de los vetones en el siglo VI antes de Cristo de los que hay numerosos vestigios en El Raso, se han escrito páginas documentadas sobre las referencias más significativas de los fenicios, cartagineses, romanos y visigodos de los que no voy hacer mención. Algunos autores manifiestan la insuficiencia de datos para testimoniar la presencia musulmana en la región. Otros la deducen en la pervivencia de topónimos como Jaraíz, Jarandilla, río Gualtaminos y la existencia de restos musulmanes en la plaza mayor de Jaraíz, citada en 1786 en la correspondencia enviada por el cura del lugar al geógrafo Tomás López.
Aunque es en la época de la Reconquista, según Domingo Montero Aparicio, cuando la Vera y sus lugares se van a incorporar definitivamente a la Historia. Es probable que en algún pueblo de la Vera repobladores cristianos se asentaran en alguna aldea musulmana existente. No parece el caso de Madrigal por la escasez de indicios árabes. La mayoría de los pueblos actuales de la comarca deben su creación a la repoblación de zonas conquistadas hacia finales del siglo XII y principios del XIII. José Antonio Sánchez Prieto manifiesta que la zona fue repoblada por leoneses pues un elevado número de características locales: aspectos lingüísticos, folklore popular, tipos de vivienda rural y otras responden más a influencias asturiano-leonesas que castellanas. Se estableció un régimen rural de pequeña propiedad que se caracterizó por la división de la tierra en pequeños lotes además de la utilización de los pastos y bosques comunales.

Según el médico Marceliano Sayans, los nombres de muchos pueblos de la Vera son topónimos medievales: Valverde, Villanueva, Aldeanueva, Torremenga, Pasarón, El Losar. Antes de la fundación de Plasencia la comarca aparece citada en documentos reales de la segunda mitad del siglo XII. El hecho histórico más importante en esta época medieval es la fundación de Plasencia por Alfonso VIII de Castilla en el año 1186, en cuyos límites y jurisdicción se establecerá la Vera en 1189. En este mismo año se crea un nuevo Obispado en Plasencia y la Vera queda vinculada.

La dependencia jurisdiccional de todas las aldeas creadas, respecto a Plasencia, se mantendrá hasta los primeros enfrentamientos entre el rey y la nobleza en la época de Alfonso X, con motivo de la sucesión entre su hijo Sancho IV y su nieto el Infante Alfonso de la Cerda, hijo natural de su hijo primogénito Fernando de la Cerda que ya había fallecido. La sede placentina recién creada tendrá profundas disputas con los Obispados de Ávila y Toledo, llegándose a situaciones violentas, incluso a enfrentamientos armados entre las ciudades de Ávila y Plasencia, según cuenta el historiador Fr. Alonso Fernández. A pesar de estos intentos, la ciudad de Plasencia conservará su sede episcopal, desligándose por completo de los Obispados castellanos y pasando a depender del Arzobispado de Santiago.


Es ya bien conocido, que en la última década del siglo XIII el rey Sancho IV concedió Valverde y las aldeas de Madrigal, Talaveruela, Viandar y Villanueva al Canciller de la Reina y Abad de Santander, Nuño Pérez de Monroy, I Señor de Valverde, y a todos sus sucesores. Madrigal, de aldea de realengo pasa a ser aldea de señorío. Plasencia se vio afectada por la separación de estos lugares de su jurisdicción pero los más afectados fueron los madrigaleños que fueron sometidos a un régimen arbitrario y despótico y a un férreo sistema tributario.

Enrique IV confirma en 1455 a Diego López de Zúñiga, Conde de Nieva, la posesión del Señorío de Valverde. Con este Conde se intensificó el régimen de dureza y opresión. Los Reyes Católicos tuvieron que intervenir en casos extremos que llegaron a oídos de la Corte en favor de algunos vecinos de la zona a quienes el Conde confiscaba bienes, agraviaba o torturaba. En 1786, cuando el párroco de Madrigal es consultado en el “Interrogatorio” de Tomás López sobre el sistema de gobierno, expresa en su respuesta el estado de ánimo que se vivía entonces:”..por lo que dice a gobierno político y económico se puede decir que ninguno, porque aquí la villa de Balberde es la que lo manda y dispone todo y carece este lugar de todo gobierno económico, ni tiene privilegio alguno...” Madrigal logra su autonomía a mitad del siglo XIX. El concejo de Villanueva compra su autonomía al Conde Nieva y se desvincula de la jurisdicción de Valverde en el año 1643. Dos años después lo hace Viandar. Los escasos recursos del concejo de Madrigal impiden antes su separación.

sábado, noviembre 03, 2007

La senda del recuerdo


Una voz inesperada me ha puesto en la senda del recuerdo y del pensamiento. Hoy me encuentro en una saludable ambivalencia o naturaleza de doble cara. Como el dios Jano. En un mundo antagónico, bipolar: un empresario las más de las veces con estrés, impaciente en el atasco, enloquecido por los ruidos madrileños, inmerso en la vorágine de los negocios, transformado por minutos en un peregrino del mundo del saber y de la literatura. Palabras mágicas que dan relevancia a mucho de lo que en nuestro entorno empresarial no lo tiene y que lo debería tener.

Este peregrinaje al mundo de las letras -que no de cambio- ha logrado resucitar lejanas y fuertes alianzas, de un lado con mi niñez y mi adolescencia y de otro con la pequeña o gran historia de mis orígenes.


La canícula agosteña es idónea para la evocación y el recuerdo. En Madrigal de la Vera, cierta mente generosa y sabia ha creado una naturaleza indómita, salvaje, seductora. En la lejanía, cimas colosales de roca dura y formas enigmáticas se elevan hasta el firmamento. Siglos atrás nos informan que estos picos eran cumbres blancas con nieves casi perpetuas. Hay valles callados en los que sólo rompe su silencio una música de esquilas y tierras fértiles nada ociosas ni holgazanas.

Los prados y pastizales de verdor perenne se extienden junto a castaños, robles melojos y nogales centenarios. Hay lugares mágicos con flores de azafrán, gencianas de turbera, dragoncillos, manzanilla y claveles de Gredos. En los bosques de misteriosas espesuras cohabitan rapaces diurnas y nocturnas como el milano negro, el águila culebrera, el alcotán, el buho real junto al mayor carroñero de la sierra, el buitre negro. Hay variadas y jugosas frutas como melocotones, camuesas, granadas, albérchigos, cermeñas, limones y naranjas con su perfumado azahar, inconfundibles todas con sus semejantes. A muchos de mi generación nos trae recuerdos infantiles y pesadumbre la sufrida y resignada lagartija serrana, de exigua longitud y dos tercios de cola, objetivo perverso de nuestras diabluras. Antaño tenía pavor de la víbora hocicuda, de la culebra bastarda o del lagarto verdinegro. Y entre los mamíferos me impresionaba el bello rostro del gato montés y observaba con atención a los dignos representantes de la abundante fauna verata como liebres, conejos perdices, zorros, jabalíes, ardillas rojas, ginetas y numerosos ratones minúsculos de campo.


Mis abuelos, sencillos y bondadosos, me contaban que en su infancia se oía aullar al lobo en las noches oscuras y gélidas del invierno. Pedro Tirado, alcalde del pueblo en 1791, ya manifestaba la crianza de un importante número de lobos que experimentaban ruina en los ganados. Años más tarde, en parajes próximos al Circo de Gredos, pude observar a los poderosos machos monteses a los que el propio alcalde también mencionaba a finales del siglo XVIII, desafiándose en la época de celo para dirimir la posesión de las hembras y en los altos riscos dominaba la majestuosa figura del águila real acompañada del cernícalo, el halcón peregrino y el buitre leonado. La brisa fresca siempre trae fragancias balsámicas de la sierra.

De esta naturaleza indómita me cautivan los colores vibrantes en la estación mágica del otoño. Las hojas visten a los árboles con deliciosos tonos amarillos, naranjas y rojos embriagadores antes de que su caída anuncie la llegada del invierno.

Toda esta fauna y flora verata está amenizada con la presencia de una gran variedad de pajarillos cantores: ruiseñores, herrerillos, pardillos, mitos, jilgueros, currucas, mirlos acuáticos, verderones y otras especies de sotos y riberas que con sus melodías alegran este fascinante rincón del mundo.

jueves, noviembre 01, 2007

Orígenes


Hoy 1 de noviembre de 2007, día festivo, es una fecha especial para iniciar esta singladura abierta tan apasionante. Mundanesca, título de este blog, es una voz castiza española utilizada por el poeta español Fray Damián de Vegas en su libro de Poesías. Vivió en la segunda mitad del siglo XVI en Toledo. Tomó el hábito de San Juan de Santa María del Monte y figura en el catálogo de autoridades de la lengua, de la Real Academia. "Son leyes de aquel quaderno que en la mundanesca guardan, aunque hay ley de Dios eterno que los que las guarden, ardan para siempre en el infierno". Este mismo poeta, antitaurino, escribió: "Ved que tochedad extraña / poner gran felicidad / en matar con crueldad / a una inocente alimaña." Y contra la mundanesca se expresó el poeta en otro verso: "¿Hasta cuándo ¡oh hijos de ira! amaréis la vanidad y buscaréis la mentira?" Temas de plena actualidad en este siglo XXI en España.

En relación a mi nombre: "Diógenes", el ilustre Diógenes el Cínico, natural de Sínope, es mi filósofo favorito. Su padre, de nombre Icesio, fue banquero. Diocles dice que como su padre tenía banco público y fabricaba moneda adulterina muy pronto decidió huir. El filósofo afirmaba de sí mismo que fue monedero falso. Son muy numerosas las anécdotas y expresiones que se conocen de Diógenes. Fue discípulo de Antístenes de quien elogiaba sus enseñanzas. Su conducta y su carácter ascético fueron admirables. Un hijo de aristócrata que llevaba una vestimenta rústica y descansaba en pórticos o plazas públicas. Su biografía como la de todos los filósofos revela una singular atención por la realidad social y humana. “Solía decir que es preferible la compañía de los cuervos a la de los aduladores, pues aquéllos devoran a los muertos y estos a los vivos". En cierta ocasión uno le reprochó: «Te dedicas a la filosofía y nada sabes», le respondió: «Aspiro a saber, y eso es justamente la filosofía.» "Alejandro Magno afirmaba que si no fuera Alejandro le gustaría ser Diógenes". Preguntándole uno de dónde era, respondió: «Ciudadano del mundo.» “Cierto día pedía limosna a un individuo de mal carácter. Este le dijo: «Te daré, si logras convencerme.» «Si yo fuera capaz de persuadirte –contestó Diógenes- te persuadiría para que te ahorcaras».”

Como dice mi paisano y buen amigo Pablo García Castillo: "la filosofía desde su nacimiento fue entendida, no como una reflexión abstracta y alejada de la realidad, sino como una búsqueda gozosa de la excelencia en la vida humana."

Mi apellido "Madrigal" es el topónimo de mi lugar de nacimiento, Madrigal de la Vera (Cáceres). Desde siempre he sentido curiosidad por el origen del nombre Madrigal de tan agradable y dulce susurro como los sigilosos veneros, las gratificantes fuentes y los alborozados arroyos que vierten sus aguas frías y cristalinas en este paraíso natural.
Confío en que éstas u otras aportaciones ayuden a un mejor conocimiento de nuestros vetustos orígenes. Corominas y un grupo de colaboradores establecen una abierta y rica discusión para algunos conclusiva sobre (voz madriu) los derivados toponímicos del latín matrix-matricis. Separan de un lado los topónimos Madriguera, Madrigueres, que ―según los casos― exhiben una significación como cubil, guarida o como cauce de agua, conducto, canal; y de otro el topónimo Madrigal. Al analizar estos nombres relacionados con Ávila, Burgos, Cáceres y Guadalajara, en el término Madrigal se inclinan por una acepción hidronímica: “curso o cauce de agua”. Mencionan asimismo la hipótesis de Rohlfs, para quien Madrigal contiene un matiz colectivo o plural del que carece el término base, frecuente en la toponimia peninsular, Madriz, Madriu, Matriche. Cabeza Quiles (1992), por su parte, muestra la difusión en Galicia del topónimo Madre, que alude a un canal de río y, localmente, a una presa.
Así pues, se está ante un derivado de latín matrice- un matricale- ‘corriente de agua’, duplicado dialectal de madriz. Hay un diccionario de términos leoneses recopilado por Amadeo Núñez que define el término madriz, del latín matrix-matricis, como “sendero entre dos tabladas o formas, más alto que el plano de éstas, que sirve de paso entre ellas para dirigir el riego”. El libro sobre Calzada de Valdunciel asigna a madriz la misma acepción que Corominas, “surco que abren las aguas pluviales en tierra”. Ruhstaller (1994) cita del libro de la Montería de Alfonso XI algunos topónimos emparentados (Val de Madrigal en Toledo y Madrigal en Burgos) y los orienta hacia las mismas acepciones que Corominas. Morala (1989) recoge el término del habla local ya citado madriz “canal por el que corre el agua ya sea de riego o de drenaje para dar salida a las aguas de una fuente”; sinónimo parcial de “reguero” pero siempre artificial (es decir, el reguero puede ser natural pero la madriz, no). La acepción argentina madrejón es también hidronímica “meandro abandonado que se encharca”. Otros investigadores afirman que el vocablo madrigal procede del término hispanoárabe MAYRIT que significa "aguas subterráneas".

Nieto Ballester hace una nueva aportación con menos adeptos que en nuestra zona tiene, en parte, coherencia. El término Madrigal hace referencia a un lugar donde crece en abundancia una hierba silvestre denominada en botánica Matricaria Camomilla conocida popularmente como manzanilla. Esta planta era utilizada ya en la antigüedad por los egipcios, griegos y romanos como febrífuga contra las enfermedades del hígado y los dolores intestinales. Es mencionada en textos árabes de botánica de los siglos XII-XIII y denominada como “matriqal” originaria del nombre Madrigal. ¿Existen vínculos árabes tan importantes en mi pueblo o en el pasado histórico de la comarca? ¿Es o era tan abundante la manzanilla silvestre en el municipio que condicionara hasta ese nivel el propio nombre? Un asunto de interés que transmito a expertos, bien documentados o a cualquiera que pueda dar luces suficientes.