sábado, febrero 23, 2008

La fundación de la Diócesis de Plasencia


Alfonso VIII de Castilla muestra voluntad de crear una nueva diócesis a finales del siglo XII en la Extremadura castellana para frenar la agresividad expansionista del reino de León en la repoblación, separado de Castilla a la muerte de Alfonso VII el Emperador. Era una tarea árdua por los muchos agentes que intervenían especialmente en el ámbito civil y religioso. Plasencia era entonces una ciudad de frontera expuesta al enemigo musulmán. La creación de un nuevo concejo implicaba el correspondiente obispado dentro del mismo territorio. Aunque en esta época el Papa tenía su jurisdicción y facultades eclesiásticas en la creación de las nuevas diócesis a través de los metropolitanos, en la práctica aceptaba las decisiones de los poderes civiles. A veces por encima de las razones jurídicas se imponían razones temporales o de eficacia. Con la fundación de la ciudad de Plasencia en la primavera de 1186 y la creación de la diócesis en 1188-1189 quedaba ordenado un territorio que mantuvo graves conflictos con las diócesis limítrofes y en especial con Ávila. El rey se desplazó personalmente desde Toledo el 12 de junio de 1186 y estableció el emplazamiento de la nueva ciudad junto al río Ambroz, afluente del Alagón, sobre unas ruinas romanas, y la denominó Ambrosia, “in diebus fundationis eiusdem urbis”, cambiado poco después el emplazamiento y el nombre por Plasencia. Para obviar obstáculos de la sede abulense el rey concedió a ésta las tercias de las rentas reales, en Plasencia ( 2 de enero de 1187 ), entre las que enumera los quintos, los portazgos, homicidios, caloñas, monedas, tiendas, marzazgo y vecinazgo de los judíos.

Alfonso VIII de Castilla negoció con Fernando II rey de León la devolución de Trujillo, Monfragüe, Santa Cruz y Montánchez el 21 de marzo de 1181 en Medina de Rioseco y marcaron temporalmente las fronteras de sus respectivos reinos en el límite del río Cea entre Valladolid y León. Las murallas placentinas que empezaban a construirse iban a frenar el peligro musulmán y el leonés pero provocarían un grave conflicto con Ávila por encontrarse dentro de su término. Un antiguo proyecto preveía la repoblación placentina dentro de la diócesis de Ávila a la que pertenecía. Incluso los primeros núcleos de población fueron impulsados por los obispos de Ávila, Sancho (1160-1181) y Domingo II (1187-1190) que presentó una queja al entonces Papa, Clemente III, pero éste, ante las instancias del rey, autorizó al año siguiente la creación de la nueva diócesis de Plasencia.

El arcediano nombrado por Ávila, Pedro de Taiaborch, fiel al clero y vecinos placentinos declarados en rebeldía contra el obispo abulense, es acusado de traidor por el prelado. Se encarga al arzobispo de Compostela la misión de convencer a los placentinos la vuelta a la jurisdicción y obediencia del obispo de Ávila. Pero fue éste, finalmente defensor de la causa del rey, el que ejecutó las letras pontificias de Clemente III y su bula papal instituyendo al obispo placentino. Toledo que aspiraba a lo mismo perdió protagonismo en esta causa. Pedro de Taiaborch candidato del rey para primer obispo no logró su objetivo y el cargo recayó en D. Bricio. Ávila siguió atacando la deslealtad de Taiaborch para no enfrentarse directamente con el rey y al final cedieron con la búsqueda de compensaciones reales. Pero la expansión de la diócesis de Plasencia hacia el norte y el sur generó nuevos conflictos con la de Ávila y especialmente con la incorporación de Béjar. En 1235 una bula de Gregorio IX otorgaba a Plasencia las iglesias de Béjar y Tornavacas.

La diócesis de Toledo, como primada de España desde 1088, también planteó su batalla y sus aspiraciones a Plasencia. El arzobisbo Rodrigo Jiménez de Rada reivindicó sobre el Papa Honorio III como referente geográfico y eclesiástico de la diócesis el denominado por los árabes como reino de Toledo. Y solicitó en un escrito expedido en Letrán el 8 de febrero de 1217 para la propia diócesis: «omnes illas ecclesias que sunt citra Chilon et MigneÇa et Magazella et Medellin et Turgellum et Safariz, iuxta flumen quod dicitur Tietar cum toto campo de Aranuelo versus Toletum construende». Todas aquellas iglesias de tierras extremeñas y placentinas de Miknasa, Magacela, Medellín, Trujillo, Jaraiz y todo el Campo de Arañuelo. Este conflicto estuvo presente durante varios años. Plasencia ganó la batalla territorial y el derecho a extender su jurisdicción extremeña, ratificada por el Papa y por el Rey, hasta el Guadiana. Reivindicó asimismo Toledo, como sede metropolitana, un supuesto "ius spirituale" sobre Plasencia contra Compostela, heredera histórica. A pesar de que algunos autores, sin pruebas documentales, manifiestan el triunfo de Toledo, en fechas posteriores Plasencia tenía presencia en los concilios provinciales compostelanos.

A partir del concordato de 1851, y durante casi siglo y medio la diócesis placentina fue sufragánea de la Iglesia Metropolitana de Toledo. Finalmente el 28 de julio de 1994, el Papa Juan Pablo II creó la provincia eclesiástica Emeritense- Pacense que agrupaba a las tres diócesis extremeñas: Mérida-Badajoz, Coria-Cáceres, Plasencia. La extensión de la Diócesis es algo superior a los 10.000 km 2 repartidos en tres provincias: Cáceres (donde está la mayor parte del territorio diocesano y donde se localiza la capital del obispado, Plasencia), Badajoz (con ciudades como Don Benito, Guareña, Medellín patria de Hernán Cortés, y Navalvillar de Pela) y Salamanca con la ciudad de Béjar. El Obispo actual es Mons. Amadeo Rodríguez Magro (desde 31–VIII- 2003).

sábado, febrero 16, 2008

La talla de la Virgen de Guadalupe


No hay una fecha exacta sobre el comienzo de la devoción a la Virgen de Guadalupe. Distintos autores la sitúan entre la época de Alfonso X el Sabio (1252-1284)y su biznieto Alfonso XI de Borgoña, El Justiciero (1311-1350). En esta época se narra su aparición junto al río Guadalupe y el encuentro de su venerada imagen. Las antiguas leyendas dicen que se apareció a un pastor, anónimo entonces, e identificado como Gil de Santa María en el siglo XVI y como Gil Cordero en el siglo XVIII. En la Edad Media era habitual que los pastores en su extensa transhumancia por montes y valles encontraran imágenes que los cristianos en su huída de la persecución musulmana guardaban en cuevas o lugares recónditos. Diego de Écija cita las palabras que la Virgen transmitió al pastor en su aparición: No temas que yo soy la Madre de Dios, salvador del linaje humano; toma tu vaca y llévala al hato con las otras, y vete luego para tu tierra y dirás a los clérigos, lo que has visto y decirles has de mi parte que te envío allá, y que vengan a este lugar donde ahora estás, y hallarán ende una imagen mía. Y cuando la sacaren, diles que no la muden ni lleven de este lugar donde ahora está; más que hagan una casilla en la que la pongan. Ca tiempo vendrá en que en este lugar se haga una iglesia y casa muy notable y pueblo asaz grande.

La talla original de la Virgen de Guadalupe es de autor desconocido, en madera labrada y policromada. Es una escultura románica de finales del siglo XII con la Virgen sentada y el niño en su regazo. Una imagen sencilla de inspiración bizantina. Tiene una altura de cincuenta y nueve centímetros y pesa tres kilos novecientos setenta y cinco gramos. Destaca su faz negra, nariz recta, mentón ateniense y grandes ojos. Tiene los pies calzados con zapatos negros. La mano derecha, sustituida en el siglo XV, empuña el cetro. Éste y la corona son del siglo XIV. El Niño, con cara de adulto, está sentado en el regazo de su madre. Es del mismo estilo, época y autor de la Virgen. Mide veintitrés centímetros y pesa doscientos cinco gramos. Su mano derecha es de plata, labrada en el siglo XV en sustitución de la primitiva y en actitud de bendecir. Lleva corona regia.

La imagen ha tenido varias modificaciones. La más antigua se realizó en el siglo XIV para presentarla vestida con suntuosas telas: saya, manto, toca, corona y cetro. Y la más moderna en 1984, restaurada totalmente por un equipo de especialistas formado por Joaquín Arquillo, Silvia Martínez y Juan Abad dirigidos por el catedrático Francisco Arquillo Torres. En 1928 se reforzó la imagen para que soportara el peso de la nueva corona obra del orfebre Félix Granda con motivo de la coronación canónica de la imagen. En 1967 se hizo un importante trabajo de tratamiento contra termitas y otros insectos realizado por Sebastián de la Torre Arredondo. Éste otorga a la talla una excesiva antigüedad y remonta su origen al siglo VI en plena época visigótica. El 10 de agosto de 1975, el catedrático de Arte e Iconografía de la Universidad de Sevilla, José Hernández Díaz examinó minuciosamente la escultura e hizo un valioso informe técnico de la misma que dató como finales del siglo XII. En próximos artículos me referiré a la epoca de construcción del Monasterio e Iglesia.

sábado, febrero 09, 2008

La salud a través de la actividad física


"Mens sana in corpore sano" es una frase latina que forma parte de una plegaria a los dioses del poeta latino Juvenal que vivió entre finales del siglo I y principios del siglo II de nuestra era. El poeta nos enseña a pedir lo que más nos conviene: la salud integral de la mente, el cuerpo y el alma. Una mente sana, un cuerpo sano y un alma fuerte. La práctica de actividad física de forma regular acondicionada a las características de cada uno aporta efectos beneficiosos para la salud. Esta afirmación está probada por numerosos científicos en el transcurso de los siglos y especialmente en el nuestro. En la Grecia clásica ya encontramos vínculos entre el ejercicio físico y un buen estado de salud. Los efectos perniciosos del sedentarismo han creado una conciencia social sobre el ejercicio y la salud física y psíquica de la persona. En 1948, la OMS definió la salud y aún esta vigente: la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no tan sólo la ausencia de enfermedad. Cuando mencionamos la salud lo hacemos desde una perspectiva integral. A través de la actividad física influimos en la salud como acción preventiva, efectos sobre el bienestar y función rehabilitadora.

Un humanista inglés del Renacimiento, Richard Mulcaster, escribió en 1581 una obra denominada Positions sobre el ejercicio físico, la educación y la salud. Destacaba la importancia de educar en los primeros años conjuntamente lo físico, lo intelectual y lo espiritual para formar un hombre integral. En la historia de Inglaterra está considerado como el padre de la pedagogía inglesa. Favorecía una educación armónica y equilibrada en la que el cuerpo tenía un papel relevante y la educación física era fundamental para el mantenimiento y progreso de la salud comunitaria. Sus conceptos de salud y enfermedad eran similares a los que tenían Hipócrates, médico griego del siglo V adC, y Galeno también griego del siglo II ddC. Tanto Mulcaster como los principales investigadores de nuestro siglo exponen tres clases de hábitos de vida saludable:

- Una alimentación correcta.
- La práctica adecuada y regular de actividad física.
- Descanso adecuado y de duración a propiada.

El sedentarismo deteriora el organismo y lo conduce a la enfermedad. En nuestra sociedad actual la práctica habitual de ejercicio físico tiene más sentido que nunca. En la cuarta Conferencia de Promoción para la Salud celebrada en Yakarta (Indonesia) en 1997 se consideró a la actividad física como una de las diez principales prioridades para la promoción de la salud pública y uno de los desafíos futuros más importantes. Interesa más desde el punto de vista de la salud pública lograr que la población sedentaria se convierta en activa que los activos incrementen su nivel de práctica. En la actualidad, la actividad física es una herramienta de prevención de las enfermedades denominadas "de la civilización o degenerativas". Contribuye a alargar la vida y a mejorar todas las funciones orgánicas. El ejercicio tiene efectos beneficiosos sobre el aparato respiratorio: Entrena los pulmones, ensancha el torax y limpia los conductos. En el aparato cardiovascular: limpia los conductos de la sangre y ayuda a que fluya. Sobre el metabolismo, se incrementa el calor natural, mejora el apetito, alivia las digestiones pesadas, libera los humores innecesarios y ayuda a desechar los excrementos que no sirven para nada. Finalmente sobre el aparato locomotor, moldea partes del cuerpo, evita el entumecimiento, fortalece la extremidades débiles, mantiene las articulaciones con movilidad, sujeta los ligamentos, activa los músculos y fortalece los tendones. Pero este ejercicio físico como cualquier manifestación humana tiene un componente físico, psíquico y social.

Los últimos estudios en población general indican que la práctica de una actividad física regular, estable y moderada ayuda a mejorar tanto la salud física como la psicológica, incrementando y mejorando la calidad de vida. La práctica de ejercicio regular contribuye a instaurar estilos de vida más saludables y a reducir o eliminar factores de riesgo asociados al sedentarismo. La actividad física reduce la tasa de mortalidad por enfermedades coronarias, disminuye la tensión arterial y ayuda a la pérdida de peso. Disminuye el riesgo de padecer diabetes. Si no ha cambiado su estilo de vida aún está a tiempo. Estimule el hábito hacia el deporte o la actividad física y notará sensación de bienestar. Paseos rápidos, carreras, natación, subir y bajar escaleras, ciclismo, danzas y bailes, senderismo, esquí o remo son prácticas aeróbicas que incrementan la acción del sistema pulmonar o cardiovascular. Hay que eliminar con el ejercicio el sobrepeso y tener una actividad física superior. Este ejercicio es necesario en todas las edades y es un factor protector ante los hábitos nocivos(tabaco, alcohol y otras drogas). El cardiólogo español Valentín Fuster acaba de afirmar que en los últimos años, la evidencia científica de la bondad del ejercicio físico para nuestra salud es abrumadora. Mover los músculos activa cascadas moleculares beneficiosas para innumerables funciones metabólicas y el nivel de endorfinas (sustancias que nos proporcionan serenidad y placer) se mantiene elevado. Y los males que afectan a nuestra sociedad, como el estrés crónico, la ansiedad y la depresión se mantienen a raya. La salud se alcanza a través de la actividad física y ésta última tendría que ser una prioridad clara para cualquier político. Terminamos como empezamos: «orandum est ut sit mens sana in corpore sano. » Pidamos a los dioses decía Juvenal o a Dios digo yo (para los creyentes) que tengamos una mente sana en un cuerpo sano. Teniendo salud se puede alcanzar todo lo demás.

domingo, febrero 03, 2008

La recreación del Carnaval


Madrigal ha disfrutado hoy de la fiesta del Carnaval. Todo el pueblo estaba en la calle y participaba recreándose en el espectáculo público. Ha vuelto con fuerza el poder subversivo de los disfraces y las máscaras. En su elección y elaboración ha habido una gran dosis de creatividad y fantasía. Las comparsas con sus bailes, pantomimas y parodias musicales han transformado la calle en un gran escenario teatral de sátira y diversión. Actores de todas las edades que con su amplia gama de disfraces y maquillajes en variados colores y distintos personajes, héroes, villanos, princesas, indios, representaron magistralmente la divertida comedia del arte. El Carnaval, en sus orígenes, era una fiesta de diversión y desenfreno, hedonista y libertina.

La palabra carnaval tiene origen latino, carnem levare, ausencia o adios a las carnes en los días de Cuaresma. Aunque está vinculada al calendario cristiano, en la época romana se celebraban unas fiestas similares en honor de Baco, dios pagano del vino, denominadas "bacanales" o en honor de Saturno, dios de la siembra y la cosecha, denominadas "saturnalias". El uso de las máscaras se encontró en el antiguo Egipto y en Grecia. Pero el uso preciso de la careta o máscara en Carnaval apareció en el de Venecia como medio de alegría o como vehículo de ocultación, venganza o conspiración o como método que facilitaba los romances o amoríos. En el transcurso de los años cada país, región o pueblo ha implantado sus formas o ha impuesto diferentes estilos, costumbres o vestimentas.

En El Libro de Buen Amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, de 1330 ya se narra la pelea que hubo entre don Carnal con la Cuaresma. En la Edad Media el Carnaval ya tenía vida propia, era una fiesta atrevida. La comida tenía un gran importancia. Cuaresma era la dueña de los habitantes del mar, el arenque, la ballena, el esturión mientras D. Carnal imponía gran cantidad de tocino, lomos y jamones. Cuaresma y Carnal, grandes rivales y enemigos luchan por la vida y por la fiesta. Ambos son caras de una misma moneda. Cuaresma tiene un autoritario reinado de cuarenta días y el resto del año gobierna Carnal. A este último se le asociaba con el sexo y la lujuria mientras Cuaresma practicaba la abstinencia sexual. El poema del Arcipreste está lleno de alusiones eróticas. La equivalencia mesa-cama tenía un claro simbolismo sexual. El Carnaval es un gran himno a la vida y una tremenda lucha contra la muerte. Al final explota el dique de la sexualidad reprimida y el instinto natural se impone con fuerza. Caen los tabúes dietéticos y sexuales. La muerte biológica espera y da paso al apetito sexual. La reproducción hace inmortal a la especie humana por encima de las vidas individuales. Como Unamuno reivindica la exigencia de no morir del todo, vivir siempre en los otros. Lo que no es eterno no es real.

En el Renacimiento, el Carnaval es una auténtica subversión de lo sagrado y lo profano, lo culto y lo popular, lo serio y lo jocoso. En nuestro siglo XXI vivimos permanentemente en Carnaval. Con nuestras máscaras y disfraces diarios soñamos despiertos. Somos lo que escenificamos o idealizamos. Buscamos cada mañana un personaje con fantasía y magia propia que huya de la vida monótona y al llegar la noche nos encontramos con el misterio de la realidad. Pero no hay que desfallecer. Antonio Machado decía que en España hace falta un loco que intente la aventura. Un loco ejemplar. Aún podemos demostrar nuestro espíritu quijotesco.