martes, agosto 19, 2014

Vuelta a escena

Desde el pasado diciembre de 2012 he estado vinculado al plan estratégico de un largo proyecto empresarial que finalmente ha visto la luz: TALAVERART XXI. Desde entonces he tenido abandonado mi blog, MUNDANESCA. En breve, explicaré ampliamente en estas páginas qué es TALAVERART XXI


Hoy, son otros los motivos que me empujan a la vuelta a la red interactiva. A partir del jueves, 21 de agosto en la mañana, voy a compartir tres días de vida monástica y de canto gregoriano con los monjes benedictinos de Silos. En la Hospedería voy a buscar y a encontrar, sin duda, un clima de paz y reflexión, lejos del estrés, el ruido y la prisa madrileña. Nunca viene mal participar en la espiritualidad del monasterio, en el silencio buscado y en el encuentro con uno mismo y con los demás. Y mis reflexiones y experiencias en el reencuentro con el canto gregoriano y con la comunidad de la abadía y la hospedería las quiero compartir estos días con vosotros.

Santo Domingo de Silos es un municipio de la provincia de Burgos perteneciente a la comunidad autónoma de Castilla y León (España), ubicado a unos cincuenta kilómetros al sureste de Burgos y a 31 kilómetros de Lerma, villa ducal. La población vive de la agricultura y del turismo que genera el propio Monasterio cuyo claustro románico es de referencia universal y desborda todas las miradas. 

En la propia web del Monasterio de Santo Domingo de Silos http://www.abadiadesilos.es/canto.htm hay una importante reseña histórica con partituras y grabaciones sobre el canto gregoriano que va a ser el centro de mi quehacer durante estos tres días. Desde sus orígenes, la Liturgia Coral Cristiana fue una oración cantada y por eso en el canto gregoriano el texto latino es muy importante. El texto da sentido a la melodía. Debe su nombre a Gregorio Magno, monje, Papa y doctor de la Iglesia nacido en Roma en el año 540. Recopiló y unificó Antífonas, Salmos e Himnos a los que se denominó en su honor Antifonario de los cantos gregorianos. A lo largo de los siglos desapareció y es en la segunda mitad del siglo XIX cuando la abadía francesa de Solesmes vuelve a recuperar el gregoriano original y mantiene la idea común de que es una canto de ritmo libre y monódico o canto a una sola voz, en latín, que seduce por su viveza y expresividad. Es música vocal sin acompañamiento de instrumentos escrita sobre tetragramas (4 líneas) en lugar del pentagrama conocido (5 líneas) mediante signos denominados neumas. Su sentido melódico simula una continuidad de arcos a la manera de los arcos de estilo románico del propio Monasterio. Como afirmaba San Agustín: El que canta ora dos veces.

Reproduzco literalmente la vida musical y laboral religiosa de la Abadía de Silos. La vida del monje transcurre entre la oración y el trabajo, bien intelectual (estudiando las ciencias eclesiásticas), bien manualmente, cada uno de acuerdo con su especialidad y las necesidades del Monasterio. Pero donde el monje se identifica realmente como tal es en la oración, recitada siempre como canto, el Canto Gregoriano. Siete son las veces en las que el gregoriano inunda cada rincón de la Abadía:
Maitines: Primera de las horas canónicas en la que se reza antes del amanecer. Da comienzo a la vida del monje, sobre las seis de la mañana.
Laudes: Parte del Oficio Divino que sigue a Maitines. Se realiza aproximadamente a las siete y media.
Tercia: Hora menor del Oficio Divino, después de la Eucaristía en diario y a las diez y media en festivo.
Sexta: Hora menor que precede a la Tercia. Se ejecuta alrededor de la una y cuarenta y cinco.
Nona: Ultima de las horas menores antes de la Víspera. Se canta alrededor de las cuatro de la tarde.
Vísperas: Hora que precede a la Nona, en la que se canta a las siete de la tarde.
Completas: Ultima parte del rezo Divino, con el que se da fin a las horas canónicas del día. Se realiza a las diez menos veinte de la noche. 

La espiritualidad fluye vertical de la música y de la palabra como el ciprés del monasterio cantado por Gerardo Diego:

Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.

Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.