
La pasada semana Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha propuesto la implantación en la Comunidad de un "Bachillerato de la excelencia" gratis para alumnos sobresalientes de Secundaria y de inmediato los socialistas, sorprendidos en sí mismos, se han lanzado herméticamente a su yugular. Hay que erradicar a la gente capaz e imponer la vulgaridad como derecho. Todos igualados en la mediocridad intelectual y haciendo trizas el esfuerzo, el trabajo, el estudio, el talento y la dedicación. Prefieren que nos instalemos como los necios en la propia torpeza. Este es el mejor caldo de cultivo para la igualdad por abajo y el terreno abonado para la manipulación. El socialismo pretende una igualdad tutelada, de segunda clase, limitada, dependiente, previsible; en definitiva que no nos sintamos soberanos de nuestras vidas.
El hombre excelente se exige mucho a sí mismo; el mediocre no se exige nada. Su privilegio es el esfuerzo y la disciplina acompañados del talento, valores a los que la izquierda denomina como clasistas, elitistas o segregacionistas. Solución de la izquierda: Desmantelamiento de la escuela privada, todos a la escuela pública y docilidad política. El último informe PISA sobre materia educativa nos situaba en el puesto 26 sobre 34 países de la OCDE. ¡Lamentable y patético! En España, sólo un 18% de los centros docentes son considerados muy buenos o buenos, mientras que la media europea es del 30%. El 62% son escuelas mediocres y el 20% malas o muy malas. Así que el 82% está lejos de la excelencia y no es malo buscarla. Rendir más de lo esperado o destacar por encima del resto no es malo, es excelente. En la enseñanza, en la empresa, en el deporte y en la propia vida busquemos siempre la excelencia.