sábado, abril 12, 2008

El auténtico espíritu de equipo


El pasado jueves los jugadores del Getafe F.C. engrandecieron el fútbol, como deporte, y nos reconciliaron con el espectáculo. El estadio Alfonso Pérez cobró vida propia durante hora y media y se transformó en templo sagrado, totémico, donde se vivieron momentos épicos cargados de pasiones, sentimientos, alegrías y tristezas. El escritor Jorge Luis Borges apela en múltiples ocasiones a la épica como algo sublime, exarcebado, imperturbable, imaginario, eterno. En la obra El gaucho eleva la épica y la identifica con lo absoluto: Sólo perduran en el tiempo las cosas que no fueron del tiempo. La conducta de los jugadores del Getafe, diezmados, fue inusual, insólita, fuera del tiempo y de lo previsible. Sacaron la faz más ennoblecedora del ser humano. De ahí su grandeza.

El encuentro fue crucial y la suerte lo dirimió en una acción súbita, inesperada, dolorosa, injusta. El lance mortal fue imprevisible hasta el último segundo. Sobró una décima para hacer realidad el sueño de un sueño, la bella locura. No obstante, la proeza de los jugadores quedó impregnada de una pátina glorificadora, sublime. Permanecerá mucho tiempo en nuestra retina y en las galerías de nuestro recuerdo. Su heroísmo y su entrega sin reservas contribuyeron a sublimar el esfuerzo colectivo, el auténtico espíritu de equipo. El trabajo, el compromiso y el sacrificio fueron intensos, extenuantes para el logro del triunfo. Quedó entronizado para siempre el pundonor y el coraje. La acción heróica instantánea y comprometida siempre es terapéutica, balsámica en sus efectos e imperecedera.

Hicieron honor a su profesión con sufrimiento y esfuerzo. La vida en su discurrir se asemeja al fútbol, al deporte en general, por la capacidad de lucha para lograr el éxito, el triunfo o el salario de cada día y por la competitividad para lograrlo. A ésta hay que añadir constancia, voluntad, dedicación y riesgos no exentos de azar. El escritor romano, Cicerón decía que es el azar y no la prudencia quien rige la vida. Pero en el siglo XIX Louis Pasteur, químico y biólogo francés, decía que el azar favorece a una mente bien entrenada. Con los valores, las virtudes y las acciones prodigiosas del Getafe nos identifcamos todos. Esa noche todos los españoles bien nacidos tuvimos y vivimos el mismo sueño. Y al desaliento final y a la tristeza se unió un sentimiento que rebasa la veneración y la admiración: el pleno e indulgente afecto por el Getafe F.C.

Termino, como no podía ser de otra forma, con unas palabras de Borges ensalzando la conducta de los héroes: Supiste que vencer o ser vencido son caras de un Azar indiferente, que no hay otra virtud que ser valiente. Es cierto que no todos podemos ser héroes o valientes pero muchos nos apartamos a un lado y les aplaudimos calurosamente al pasar.