Tras el paréntesis vacacional del mes de agosto vuelvo a la cita semanal con mis amigos y lectores. La noticia aparecida en España sobre la digitalización de las clases de quinto y sexto de Primaria, así como las de primero y segundo de Secundaria me invita a reflexionar sobre la educación, y muy especialmente sobre lo que entiendo por la educación en valores. Que los profesores y alumnos de estas clases tengan un ordenador portátil, una pizarra electrónica y conexión inalámbrica a internet es bueno para el sistema educativo y para la formación de los maestros en las Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación. ¿Pero, acaso piensa el Gobierno que con este programa se resuelve el problema de fondo de la Educación en España? En manos del profesor y bien administradas, la informática y la telemática pueden ser herramientas útiles. En manos del Gobierno, y como pura propaganda política los medios se convierten en fines y se enaltece el papanatismo tecnológico. Y tan mala actualmente es la tecnofilia en todos, incluidos los niños, como la tecnofobia. La Tecnología de la Información no es un valor per se ni puede sustituir el talento y la valía intelectual del profesor.
Los cambios sociales y culturales producidos por la revolución científica y tecnológica han generado una crisis mundial en la jerarquía de valores, en los usos, en las costumbres y en las creencias. La escuela es la encargada de la transmisión de valores y la educación es la actividad organizada para la transmisión de los conocimientos. ¿Hay algo estable a pesar de los cambios? Admitida la necesidad de una educación en valores. ¿Cuáles son y c ómo se transmiten? La democracia liberal ha ampliado los derechos y libertades individuales poniendo en tela de juicio toda clase de autoridad instituida, la obediencia a cualquier norma, la sumisión al deber o la aceptación de responsabilidades. Los valores morales tradicionales han quedado hecho trizas. Ahora se educa para la paz, para la salud, para la igualdad entre sexos, para la preservación del medio ambiente, para una sexualidad equilibrada, para la formación del consumidor, para un civismo vial y para la recuperación de la memoria histórica. Se potencian los valores que avalan la convivencia democrática y se prescinde de los grandes valores antropológicos y espirituales. Se favorece el hedonismo, el consumismo, la corrupción, el fraude y el afán de poder. Vivimos en una sociedad racionalista, secularizada, empírica y pragmática.
Los cuatro pilares de la educación a lo largo de toda la vida, según el Informe Delors, son: Aprender a conocer. Aprender a hacer. Aprender a vivir y Aprender a ser. Para muchos, estos son los valores que constituyen el núcleo fundamental de la Educación en Valores. Para otros, existe un grupo de valores que podrían considerarse comunes a todas las culturas y formas de organización: Libertad, Igualdad, Justicia, Solidaridad, Respeto y Participación.
El deporte en la escuela sintetiza mi jerarquía de valores y contribuye a la mejora integral de la persona. La práctica del deporte de equipo a lo largo de toda mi vida, ha sido una herramienta poderosa para el desarrollo de valores sociales, personales y morales. Desarrolla el cuerpo y la mente, la autoestima, el sentido ético y moral de responsabilidad, de autonomía, de superación, de relación, aceptación de las normas, espíritu de equipo, liderazgo, sacrificio, justicia, honestidad, lealtad, humildad, verdad, amistad, empatía, estética. Te enseña a competir, a resolver problemas, dialogar, superarse, ganar y perder sin menospreciar a los demás. Estimula un sentimiento de juego limpio, un esfuerzo coordinado y la subordinación de los intereses personales a los del grupo. Favorece asimismo la igualdad de oportunidades a través de la integración y respeta el principio de autoridad. Durante muchos años, los valores han sido los sueños que han tejido buena parte de nuestras vidas.