domingo, septiembre 12, 2010

La piel de toro que habito


A finales de julio ha pasado algo importante en la piel de toro que habito denominada España. En Cataluña, los aficionados a la fiesta de los toros han pasado a la clandestinidad. El Parlamento catalán los ha echado al monte para que vivan como "maquis taurinos". Ha vencido la esquizofrenia nacionalista (en este blog 1 de marzo de 2009) de Montilla, presidente de la Generalitat nacido en Andalucía, y de sus socios de gobierno. Han disfrutado los enfurecidos detractores de toda seña de identidad española y los que han disfrazado con hipocresía el maltrato al toro amparándose en la protección y respeto a los animales. Pero siguen manteniendo los correbous en numerosos pueblos de Cataluña; toros o vaquillas con los cuernos ensogados o con bolas de fuego que son objeto de mayor escarnio y maltrato, terminando, en ocasiones, los animales asfixiados en espumas de jabón. ¡Qué manipulación política!

El toro de lidia frente a las ocas, los visones, las chinchillas, las langostas, los cocodrilos, los cangrejos, las mariposas, incluso los corderos, las vacas, las gallinas, los cerdos y los pollos tiene una muerte digna y una vida privilegiada. No he visto a ninguna sociedad protectora de animales manifestarse frente a una fábrica de foie-gras francés o frente a un cocedero de mariscos español, donde las langostas y otros crustáceos son hervidos vivos. Todos estos animales tienen una muerte inmensamente más cruel que la del toro de lidia.

La desaparición de la fiesta nacional implica la desaparición de la especie brava como es el toro de lidia y el incremento de la tasa de paro en 200.000 personas más, que directa o indirectamente dependen de la fiesta nacional. Y además se mantienen 300.000 hectáreas de fincas en estado de conservación donde se refugian numerosas especies en peligro de extinción. Pero al margen de los aspectos económicos hay aficionados que valoran exclusivamente los aspectos artísticos, metafísicos o estéticos de la propia fiesta y su vinculación a la arquitectura, literatura, música, pintura o escultura desde los tiempos más remotos. Decía Ortega y Gasset que la historia del toreo está ligada a la de España, tanto que sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda.