domingo, julio 27, 2008

La abominable Justicia


Yo, al contrario que el ex-juez Javier Gómez de Liaño, no amo la Justicia española por encima de todas las cosas. En España no hay neutralidad ni imparcialidad en los procedimientos. No hay trato igual de personas. La Justicia está al servicio del poder y de los poderosos. Los magistrados Bacigalupo, García Ancos y Martínez Pereda se doblegaron ante la presiones del diario El País y de Sogecable para que el juez fuera condenado como prevaricador. ¡Qué vergüenza más abominable! Prevaricar es dictar resoluciones manifiestamente injustas. ¿Quién prevaricó realmente? Otros magistrados del Supremo absolvieron impunemente las irregularidades manifiestas de "Los Alberto". La balanza de la Justicia se desequilibra por el más débil. Ante circunstancias y hechos iguales hay un trato injusto y manifiestamente desigual.

El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo ha condenado al Tribunal Supremo y al Tribunal Constitucional de España por falta de imparcialidad y neutralidad, los dos principios básicos de la Justicia, en la causa sobre el ex-juez Gómez de Liaño que felizmente, tras una década ominosa, ha quedado rehabilitado. A esto, el periódico "independiente" de la mañana lo denomina "defecto técnico". Esta es la auténtica libertad de prensa para los que se obstinaron en la presión : el silencio cómplice. No he oído una sola palabra al Ministro de Justicia sobre la condena a España, sobre la vulneración del derecho a un proceso con todas las garantías del artículo 24.2 de nuestra Constitución y de la nulidad de la Sentencia del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional. ¿Nos seguirá pidiendo el insigne Bermejo que como ciudadanos y demócratas sigamos teniendo fe en la independencia judicial española? El proceso al juez Gómez de Liaño fue una "ejecución" sociopolítica.

Los ciudadanos españoles, en general, muestran poca confianza en sus sistemas de justicia. En la última encuesta mundial de valores, publicada por Inglehart (2004) encontramos algunos datos claros que nos permiten ratificar estas afirmaciones. Los ciudadanos no perciben el sistema de Justicia como una institución a su servicio. De ocho países europeos desarrollados, España es uno de los que menos confía en la Justicia junto a Italia y Portugal. El 42,4% de los españoles no tiene mucha confianza y el 14,1% ninguna confianza. Decía Quevedo: Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez. y Platón afirmaba: Yo declaro que la Justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte.