domingo, julio 19, 2009

Oscar Wilde, el poeta de la imaginación


Esta semana hemos conocido que el Vaticano ha rehabilitado al escritor irlandés homosexual Oscar Wilde. Una sorprendente noticia sobre la redención por la Iglesia Católica de un poeta al que Borges caracterizaba como "sagrado y alado". ¿De qué hay que redimir a un bienaventurado de las letras, a un creador con una prosa seductora? Desde que leí De Profundis me dominó un sentimiento de fascinación por su talento y calidad literaria al margen de su azarosa vida. En esta misma obra hace una definición de sí mismo:
Los dioses me concedieron casi todo. Tuve genio, un nombre distinguido, alta posición social, brillantez, audacia intelectual; hice del arte una filosofia y de la filosofia un arte; cambié las ideas de los hombres y los colores de las cosas; ninguno de mis actos ni de mis palabras dejó de asombrar a la gente. Tomé el drama, la más objetiva de las formas conocidas del arte, y lo convertí en un modo de expresión tan personal como el poema lírico o el soneto; al mismo tiempo amplié sus dominios y enriquecí sus características. Drama, novela, poema en prosa, poema rimado, diálogo sutil o fantástico: todo lo que toqué se volvió bello con una nueva forma de belleza. A la verdad misma le di lo falso no menos que lo verdadero como su legítima esfera, y mostré que lo falso y lo verdadero son nada más formas de existencia intelectual. Traté el arte como la suprema realidad y la vida como una forma de ficción. Desperté la imaginación de mi siglo hasta hacerle crear mitos y leyendas en torno mío. Resumí todos los sistemas en una frase y toda la existencia en un epigrama.
Nació en Dublín, un 16 de octubre de 1854. Empezó literariamente con bellas traducciones de los clasicos griegos y latinos: Esquilo, Eurípides, Tucídides, Platón, Virgilio, Horacio y otros, en el Trinity College de Dublín donde obtuvo en 1871 la Beca Royal School. Muy pronto escandalizó a la conservadora sociedad victoriana con las alabanzas al amor homosexual y a los efebos. Terminó su formación en el Magdalen College de Oxford donde en 1878 obtuvo su Demyship en clásicos. Aquí empezó su singladura por la ciencia de lo bello. Años después se casó con la inglesa Constance Lloyd con la que tuvo dos hijos Cyril, en 1885, y Vyvyan en 1886.

En 1882, le ofrecieron la posibilidad de dar una serie de conferencias en Estados Unidos y Canadá, más como representante de un modelo de "pose esteticista" propio de los círculos sociales ingleses de la época, ridiculizados en Estados Unidos, que como intelectual. No obstante, estas conferencias supusieron para el escritor una primera aproximación en la definición de su ideario estético construido con las obras de los autores Ruskin, Morris, Pater y Whistler. Así se expresaba: La Belleza posee tantos significados como estados de ánimo tiene el hombre. La Belleza es el símbolo de los símbolos. La Belleza lo revela todo, porque no expresa nada. Un esteta es el cultivador o el estudioso de la ciencia de la belleza. De todas las artes, define al poeta como el artista supremo. Afirmaba asimismo que el hombre de temperamento artístico se caracteriza no por lo que hace sino por lo que es, por su forma de vivir como los clásicos. Su pensamiento romántico provocaba una estrecha asociación entre vida y arte.

El retrato de Dorian Gray representa los peligros de la estética, la tragedia del sentido estético en la que Oscar Wilde reproduce su propia experiencia, sus propios sentimientos: La seducción, los poderes eróticos de la homosexualidad. La obra fue denunciada por inmoral. Y en contradición con su pensamiento romántico respondió: No existe el libro moral o inmoral; los libros están bien o mal escritos, y eso es todo. Se ha producido la escisión entre la ética y la estética y ha nacido "el arte por el arte". Su provocación y desafío al rígido canon victoriano, al margen de su inteligencia y sensibilidad, lo afectó gravemente. Cuando creemos que estamos experimentando con los otros, es con nosotros mismos con quienes lo hacemos en realidad. En el siglo XIX, la difusión y las relaciones homosexuales estaban socialmente perseguidas en Inglaterra. Oscar Wilde, un homosexual culto, sensible y educado fue sujeto de perdurable escándalo.
En 1895, fue condenado bajo el Criminal Law Amendment Act a dos años de trabajos forzados, la pena máxima por cometer actos de "gross indecency" con otro hombre. El Marqués de Queensberry, padre de Lord Alfred Douglas, su amante, lo denunció y luchó hasta enviarlo a prisión. Le castigaron a picar piedras y a recoger estopa deshaciendo sogas viejas para juntas de barcos. Al final de sus condena escribió una deliciosa carta de confesión y de súplica, de ciento veinte páginas, para ser publicada después de su muerte destinada a su amante, con el título De Profundis.

En su época fue el precursor del movimiento de renovación literaria y artística que afectó a toda Europa. En 1902, apareció en España la primera traducción de Salomé, la obra más antipuritana e inmoral del poeta. Poco antes de morir, en 1900, recibió en Pans las visitas de Antonio Machado, Pío Baroja, Rubén Darío y Santiago Gómez Carrillo. A principios del siglo XX había un verdadero interés por la obra de Wilde en España. Alvaro Alcalá-Galiano decía que al criticar a Wilde se confunden las debilidades del hombre con la genialidad del artista. Y que el irlandés es sobre todo un poeta entusiasta del helenismo y de los artistas del renacimiento. Su obra es variada, compleja y bellísima. Ramón Pérez de Ayala afirmaba que estaba dotado de cierto hechizo intelectual y sensual, un escritor gracioso y agradecido, esto es favorecido por las Gracias. Poseyó un ingenio fuera de lo común y fue el precursor del "arte exquisito o esteticista".

En 1919, Rafael de Urbina escribía: Sigue la moda de Wilde. Todos los editores lo quieren, todos los escritores lo traducen, todos los públicos lo solicitan.