sábado, enero 16, 2010

El "Crash" del Estado español


La economía del Estado español está más cerca del crash que del cash pero nuestro demiurgo presidente de Gobierno viaja en los próximos días a Washington al Desayuno Nacional de Oración para en trance tan angustioso encomendarse a la omnipotencia divina. Lo cierto es que, según los expertos, España posee el récord de quiebras. El Estado español ha quebrado en trece ocasiones. Siete durante el Siglo XIX y otras seis durante los tres siglos anteriores. Y puede llegar la decimocuarta.

En el riesgo de impago, las agencias de calificación nos colocan en el rating a la altura de México, Polonia, Perú o Brasil. Con esta clasificación y los fuertes desequilibrios que hipotecan nuestro futuro, a Rodríguez Zapatero sólo le queda rezar aunque sea agnóstico. España cerrará el Ejercicio 2009 con un déficit público próximo al 12% del PIB. Y en tres años tiene que bajarlo al 3%. Al principio de la crisis, la deuda pública representaba el 39% del PIB, en el año 2011, según la Comisión Europea, representará el 74% del PIB. Entre 2008 y 2011 el endeudamiento público habrá crecido en España un 86% mientras que en la eurozona lo habrá hecho un 27%.

Esta grave situación tiene alarmadas a las agencias de rating. Después de Grecia e Irlanda, España es el país de la UE con mayor deterioro en sus cuentas públicas. El Estado tiene que pedir prestado en los mercados financieros algo más de 10.000 millones de euros todos los meses para financiar el déficit público insostenible. La factura de la deuda creciendo exponencialmente, los ingresos impositivos disminuyendo vertiginosamente un 48% y la solvencia del Reino de España por los suelos. Estamos a niveles de recaudación de hace diez años. Y como solución imaginativa, el Gobierno decide incrementar los impuestos que gravarán las rentas de las clases medias y de las pymes, en lugar de contener drásticamente el gasto público improductivo y ayudar a las pequeñas y medianas empresas a mantener los puestos de trabajo y evitar el cierre. En dos años y medio se han destruido dos millones de puestos de trabajo. Esto supone un gasto público de 35.000 millones de euros al año, el 3,5% del PIB. La subida de impuestos va a generar una mayor opacidad fiscal e incremento de la economía sumergible y no va a recaudar las cantidades previstas.

Algunos analistas próximos al Gobierno afirman que es exagerada la opinión de que España no pueda conseguir préstamos en los mercados o no pueda hacer frente a la deuda, pues su porcentaje de endeudamiento sobre el PIB es inferior a los grandes países de la UE y todavía puede endeudarse más. Pero lo importante no es el volumen total de deuda, sino la capacidad de pago del deudor. Un endeudamiento bajo o alto sin recursos financieros para el pago lleva a la quiebra. Y lamentablemente, España se encuentra en situación de recesión con serias dificultades para crecer por encima del 1% en dos o tres años y con tipos de interés que crecen por encima de lo que lo hace el PIB con lo que aumenta la prima de riesgo. Esto quiere decir que nuestra deuda crece más que nuestra capacidad de pago.

¿Quién va a prestar a España en esta grave situación cuando el BCE cierre próximamente el grifo ilimitado y barato de la liquidez al sistema bancario español? Pero lo importante, como en el estrépito del Titanic contra el iceberg, es que la orquesta siga tocando hasta el final. Que en la advertencia del peligro de bancarrota no se descomponga la puesta en escena. Y que pasemos de la sorpresa al asombro y de la perplejidad al desconcierto.