sábado, mayo 24, 2008

¿Quo vadis P. P.?


Me sorprende que nadie salga a escena y diga públicamente que el Partido Popular está jugando con su destino. Hay momentos como afirmaba Antonio Machado que más vale estar a la altura de las circunstancias que por encima del bien y del mal. El Partido Popular no tiene problemas de identidad, ni de organización, ni de estructura, tiene un grave problema de liderazgo. Rajoy parece encontrarse por encima de los acontecimientos y son tiempos para estar a la altura de las circunstancias. Cuando se pierde en política hay que marcharse con dignidad a casa. Tras las elecciones democráticas sólo hay victorias o derrotas. Ninguna derrota es dulce o balsámica, todas son amargas y tienen consecuencias o deben tenerlas. El máximo responsable de ésta es Rajoy. La razón es clara. Los cambios que prentende hacer, llegan cuatro años tarde y corresponden al nuevo líder. Los deberes pendientes debían ya estar hechos. Falta una mano más diestra sin que tenga el significado de más derecha, sino más sagaz y con más talento. Su liderazgo, hoy, no inspira confianza ni despierta entusiasmo en los militantes, ni en los electores. Los notables que le apoyan son cuatro. La lealtad y la entrega no se pueden comprar. Se merecen y se conquistan. Está demostrando una gran carencia de habilidad para dirigir. Decía Stevenson que hay una virtud sin la cual todas las demás son inútiles; esa virtud es el encanto. Rajoy tiene muchas virtudes pero le falta encanto y en política es una virtud imprescindible.

Por otro lado, vivimos en una era o tiempos del Gobierno o Estado-espectáculo. La política de los personajes. Cada gobernante elige un papel y lo representa en la vida pública. La representación de Rajoy en los debates televisivos fue mala comparada con la del otro actor que había tenido en cuatro años varios abucheos importantes. Y a pesar de ello, su papel fue nefasto. No se metió al público en el bolsillo. Éste no se entregó ni se sintió cómodo. Le falta don de palabra, tono de voz, ritmo, creatividad, dicción, carisma y arte para convencer. En democracia es transcendental predisponer al votante en nuestro favor y que se sienta identificado con nosotros. Sentir su calor. Y los resultados demostraron que no cumplió el objetivo previsto. Un líder sabe venderse a los demás y ha aprendido a vender sus ideas. Si en ocho años no ha mantenido vivo el interés de los electores ni ha ganado su confianza mayoritaria ¿qué razones nuevas existen para otorgarle otros cuatro?

La hipotética presentación de Rajoy como único candidato al Congreso de junio no resuelve el problema de liderazgo, lo aplaza o lo agrava. Hay una frase latina que dice que quod natura non dat Helmantica non prestat. Lo que no da la naturaleza, la Universidad de Salamanca no lo presta. Y opino que el liderazgo tiene un componente genético y otro de mejora y superación. Rajoy no tiene madera de líder. El lider mantiene una relación cálida e íntima con la mayoría del electorado y la conserva unida. La falta de liderazgo en el P. P. es un problema esencial, no coyuntural. Y su carencia transmite deserción y "malas vibraciones" en los afiliados, simpatizantes y electores. Para muestra dos personas conocidas María San Gil y José Antonio Ortega Lara y otros muchos anónimos a los que conocemos por su nombre y apellidos que están devolviendo el carné de afiliados. La pérdida de votos está en caída libre. Rajoy está tan ciego y tan autista que si oyera a la suerte llamar a su puerta, se quejaría del ruido.