domingo, marzo 01, 2009

La esquizofrenia nacionalista


Vivimos en España una época agitada en que el Estado y la Nación son realidades problemáticas, discutidas y cuestionadas. Y el Tribunal Constitucional que hace mucho tiempo que tenía que haber hablado con motivo del Estatuto de Cataluña, permanece callado. Sófocles decía que Hay algo amenazante en un silencio demasiado grande.

Mientras tanto, los nacionalismos vasco, catalán y gallego dotan de identidad, sentimiento de pertenencia y realidad nacional a los que se adhieren a su pensamiento. Agitan la conciencia del pensamiento único y venden una nueva patria. Y para ello, todo vale, incluida la corrupción y manipulación informativa, para atraerlos fuertemente a su esfera de acción. Lo hemos visto en la reciente campaña electoral en el País Vasco y Galicia donde hoy conoceremos los resultados. Hasta se crea artificialmente un entramado de señales y signos de identificación: la denominada como Formación del Espíritu Nacionalista, en cuyos libros de texto se expresa que Fernando el Católico era un monarca catalán, Josu Ternera una personalidad vasca, del que yo tengo un artículo en este blog del 5 de agosto de 2008 que no deja lugar a dudas, Un asesino anda suelto, y ETA una organización activista. En los textos de Geografía en Cataluña el estado español ni se menciona ni existe. Toman carta de naturaleza los Países Catalanes que comprenden Cataluña, Cataluña Norte, la franja de Poniente, Países Valencianos y Baleares. Y se concluye que España es un estado opresor y Cataluña una nación sin estado. ¿Queréis calificar de otra forma lo que denomino esquizofrenia nacionalista?

Con la difusión de una lengua propia se ataca al estado-nación como violento y se reinventa una historia falsa, artera y manipulada para convertirla en historia nacional. La nación vasca, catalana y gallega es una creencia con caráter sagrado atacada por enemigos externos e internos. A las nuevas generaciones, en sus textos beatificados, se les inculca el amor a la patria, a su bandera, sus costumbres, sus símbolos, su historia, su lengua etc.. Estos son los valores y la realidad de una nación soberana. Y los padres que quieran otra educación para sus hijos a "tragar y callar". Los nacionalistas desprecian la discrepancia porque la nación es una realidad indiscutible, sólida y sin fisuras. Este es el encanto del nacionalismo dogmático. Han erigido un monumento al fanatismo y al maniqueismo político.

Algunos iluminados, que manipulan las palabras en la misma medida que desvirtuan la geografía y la historia, denominan a este nacionalismo como cívico, políticamente moderado e integrador ajeno a cualquier connotación étnica o cultural. Y lo que hemos observado en la campaña electoral de Galicia y País Vasco es que el euskera y el gallego, para los nacionalistas, se están convirtiendo en lenguas excluyentes, y en su práctica política sus reivindicaciones son totalitarias y radicales. ¿Dónde queda la cooficialidad del español en la enseñanza según la Constitución? ¿Y la inmersión linguística?

Despertemos a la realidad. Resulta difícil entender el auge de los nacionalismos, incluido el español, en un mundo globalizado a la búsqueda de una identidad europea o planetaria en el marco de un nuevo orden económico mundial tras la crisis económica y de valores más grave de la historia. Es asimismo importante concienciarse sobre la importancia y la magnitud de los problemas ecológicos y medioambientales que acechan nuestro planeta. Las autopistas de la información han abierto las fronteras físicas y de carácter cultural, las mentes pensantes y han deshecho las endogamias nacionalistas. Defiendo la diversidad y el mestizaje como valores sólidos de una identidad global.

Para superar las actitudes nacionalistas y salir de esta crisis es necesario cambiar las conductas y los estilos de vida. Hay que huir de las decisiones individualistas, anárquicas y buscar la cooperación y la acción colectiva. La cesión de la soberanía hacia estamentos o instituciones superiores se produce a cambio de un mayor dominio para resolver los graves problemas que tenemos. La globalización es un fenómeno económico y político imparable. Mi pensamiento está con Cicerón: Donde quiera que se está bien, allí está la patria.