Uno de los últimos servicios que prestó a Extremadura el anterior presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, fue la aprobación del decreto de creación del municipio de Tiétar con fecha 1 de julio de 2011. Desde octubre del año 2005, Tiétar, era Entidad Local Menor y prácticamente desde el año 1961 y posteriores, en que llegaron las primeras familias de colonos de Bohonal de Ibor, El Gordo, Berrocalejo, Peraleda de la Mata, Madroñera, comarca de la Vera, y en mayor número de Serradilla y Talavera la Vieja, Tiétar ha sido una pedanía del Ayuntamiento de Talayuela. Resulta sorprendente que en nuestra denominada "democracia", palabra de origen griego compuesta de dos palabras: demos que significa pueblo y kratos, poder o gobierno, se necesiten cincuenta años para tener señas propias de identidad o ser dueños del propio destino. Son muchos los vecinos de Tiétar que han formado parte de su reciente historia y que han muerto sin lograr su legítima autonomía, su deseado gobierno del pueblo. Desde 1977 en que se instaura la democracia en España, Tiétar ha votado en las elecciones municipales para que otros vecinos, los de Talayuela o sus representantes, y no ellos mismos, administren localmente sus vidas, sus cultivos y su patrimonio. Han tardado treinta y cuatro años de vida democrática en lograr su independencia de Talayuela y tener ayuntamiento propio. No obstante, el sentimiento de identidad y su voluntad de independencia llevaba arraigado muchos años antes.
Con el nombre de Tiétar del Caudillo, en la provincia de Cáceres, nace uno de los pueblos agrícolas denominados de Colonización, próximo al río Tiétar y a Madrigal de la Vera, mi lugar de nacimiento, regado con sus aguas a través de los canales del pantano de Rosarito, construido en 1940. Tiétar, pueblo tabaquero, sencillo y querido, en el que tengo especiales vínculos de afecto entrañables y en el que he pasado temporadas inolvidables de mi adolescencia y juventud. Es común en las dictaduras de izquierda y de derecha la exaltación o los símbolos de los dictadores y el reconocimiento de sus obras. La denominada Ley de Colonización de 1949 pertenece a la época de la Dictadura española y en un decreto de 1954 se concretan los nuevos pueblos en la zona regable por los canales del pantano de Rosarito. El anterior gobierno, del PSOE, publica la llamada Ley de Memoria Histórica que en el punto primero de su artículo 15 dice: “Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse la retirada de subvenciones o ayudas públicas”. Desconozco la fecha en que el Ayuntamiento de Tiétar o de Talayuela suprimen o eliminan la denominación "del Caudillo" y si ha sido como consecuencia de la Ley de Memoria Histórica o anterior a ésta. A título de comentario, y sin mayor trascendencia, hay todavía en España diez o doce pueblos que mantienen el nombre de Franco o Caudillo y alguno de ellos está gobernado por el partido socialista. Repudio toda clase de dictadura de cualquier signo político y luché en la medida de mis posibilidades testimoniales e intelectuales para que se instaurara la democracia en España durante gran parte de los 29 años que viví bajo el régimen franquista establecido tras la guerra "incivil" española de nuestros mayores en que coexistieron el heroísmo y las atrocidades, la intolerancia y el fanatismo, el odio y el miedo, por fortuna, voluntad y civismo superados.
Pero hoy toca hacer un reconocimiento en la persona del alcalde de Tiétar, Luis Perona Timón, por la loable iniciativa de editar un excelente libro que da título a mi blog de esta semana: Tiétar, cincuenta años de historia, 1961-2011. La dedicatoria es elocuente: A todos los hombres y mujeres que hace cincuenta años, con su esfuerzo y tesón, comenzaron la andadura de fundar un pueblo: Tiétar. Lo más encomiable de este proyecto colectivo es que la mayoría de los vecinos han aportado más de ochocientas fotografías de su vida diaria, tradiciones, costumbres, fiestas, aficiones, ocio, deporte, formación y salud. Al margen de reencontrarme en alguna de las fotografías con mi juventud- y ya peino canas- he revivido momentos y recuerdos imborrables que he compartido con familiares, amigos y vecinos que están en muchas de ellas y con otros que ya nos han dejado pero su recuerdo permanece vivo en nuestro corazón. He leído con detenimiento el capítulo dedicado a los que eran Guardas de Canal y he recordado con cariño y gratitud cuando en agosto de 1961, mis tíos Félix Fraile y Leandra Blázquez, ya bisabuelos, que desde hace muchos años viven en Tiétar, llegaron con gran ilusión y esperanza como guardas del canal de Rosarito a vivir en una casa de caminero, en pleno campo. camino del cementerio próxima al propio canal. Allí me recibían con apenas 13 años durante las vacaciones de Navidad y Verano como un hijo más junto a mis primos, Félix, Leandro, Carmen, Alicia, Ángel y Mario, actualmente todos casados y algunos de ellos abuelos. Les estoy eternamente agradecido. Felicito a todos los que han hecho posible este libro, testimonio imperecedero de 50 años de historia y memoria colectiva.