sábado, abril 19, 2008

Los "zurbaranes" de Guadalupe


El pintor extremeño Francisco de Zurbarán es uno de los artistas más notables de la escuela barroca sevillana. Nació en 1598 en Fuente de Cantos, hoy provincia de Badajoz, y a finales del siglo XVI perteneciente al Reino de Sevilla. Contemporáneo y amigo del gran genio sevillano, Diego Velázquez. La pintura religiosa del extremeño está preñada de un profundo misticismo inspirado en los claroscuros de Caravaggio que había gravitado en su destino. Contaba 19 años a la sazón cuando se estableció en LLerena y se casó con María Páez con la que tuvo tres hijos, María, Juan, pintor como su padre, e Isabel Paula. Tras la muerte de su primera esposa se casa nuevamente en 1625 con Beatriz de Morales, viuda adinerada, diez años mayor que él. En 1628 emprendió su viaje a Sevilla. Se vuelve a casar por tercera y cuarta vez, esta última con Leonor de Tordera, hija de un orfebre, 18 años más joven que el pintor. De ella nacieron seis hijos más. Fue un pintor tan prolífico en obras como en hijos. Su pintura religiosa más que un estilo pictórico es un estilo vital.

A pesar de su estancia en Sevilla y sus frecuentes viajes a Madrid siempre mantuvo un estrecho contacto con Extremadura, tanto de carácter personal como profesional. Destacan, en este segundo aspecto la serie de Frailes Jerónimos que realizó para la Sacristía del Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe. En la década iniciada en 1630 trabajó para la mayoría de las órdenes religiosas. En 1600 había en Sevilla treinta y siete conventos religiosos de distintas congregaciones. En 1634 se produce un hecho fundamental en su vida, el traslado a Madrid para pintar al servicio del rey Felipe IV en el Palacio del Buen Retiro, los trabajos de Hércules. Es en estos años cuando las órdenes monásticas sintieron un profundo aprecio por la espiritualidad de su pintura. El 2 de marzo de 1639 se comprometió con el Vicario del convento de San Jerónimo de Buenavista de Sevilla-como cesionario del Prior de Guadalupe- a realizar siete grandes cuadros con episodios protagonizados por los propios monjes jerónimos del monasterio extremeño. La composición final fue de ocho lienzos. La misa del Padre Cabañuelas, concluido en 1638, fue realizado por el pintor como prueba. El precio acordado por los siete cuadros fue de siete mil trescientos cincuenta reales, negociados en dos pagos, la mitad del precio pactado a cobrar en los primeros días del mes de abril y el resto sobre el día 15 de agosto de 1639, fecha de finalización de los cuadros. Zurbarán recurrió a su equipo de colaboradores para cumplir a tiempo con el plazo fijado de cinco meses. El último plazo de pago se retrasó y el pintor tuvo que otorgar poderes a Juan Tornel, artesano de guantes vecino de Sevilla, para que realizara el cobro en su nombre.

La Sacristía de Guadalupe es más suntuosa y espléndida que la de El Escorial. Es una nave de cañón sobre planta rectangular con cinco tramos y arcos con lunetos divisorios. En la bóveda destaca la pintura al temple con adornos de flores, roleos, festones y otros. Y en los espacios de los muros la ejecución magistral del imperecedero pintor extremeño, la mística realidad del pintor de los monjes, la plasticidad de sus memorables trazos visuales, sublimes, angélicos, espirituales. A cada fraile le pinta con los singulares rasgos de su caracter y adornado de sus virtudes. Un elenco destacado de la obra de un consumado creador de la pintura barroca española de un Siglo de Oro que imponía su magisterio y su sabiduría popular: Antes que conde o duque, fraile de Guadalupe.