sábado, diciembre 29, 2007

El viaje de Carlos V a Yuste


Una inscripción casi desaparecida por el transcurso del tiempo dice: «En esta santa casa de San Jerónimo se retiró a acabar su vida el que toda la gastó en defensa de la Fe y conservación de la Justicia, Carlos V, Emperador, Rey de las Españas, cristianísimo, invictísimo. Murió a 21 de septiembre de 1558». Pocos meses antes de retirarse a Yuste abdicó de su imperio en su hijo Felipe II. Entre sus palabras de despedida en Flandes dijo: "Nueve veces fui a Alemania la Alta, seis he pasado en España, siete en Italia, diez he venido aquí, a Flandes, cuatro, en tiempo de paz y guerra, he entrado en Francia, dos en Inglaterra, otras dos fui contra África, las cuales todas son cuarenta, sin otros caminos de menos cuenta que por visitar mis tierras tengo hechos. Y para esto he navegado ocho veces el mar Mediterráneo y tres el Océano de España, y agora será la cuarta que volveré a pasarle para sepultarme." Finalizó su discurso solicitando el perdón de aquellos a los que pudo hacer daño involuntariamente y emocionado terminó con lágrimas en los ojos.

La flota de su último viaje a España estaba integrada por sesenta naves guipuzcoanas, vizcainas, asturianas y flamencas. Partió de Gante el 17 de septiembre de 1556, a bordo de la nave capitana "La Bertendona". En la salida le acompañaron su hijo Felipe II, a quien despidió afectuosamente y le dio algunos consejos para su gobierno y conducta, sus hermanas las reinas viudas de Francia y de Hungría, su hija María, su yerno Maximiliano, rey de Bohemia y una brillante comitiva de flamencos y españoles. Sus hermanas, Leonor y María le acompañaron en el viaje tras años fuera de su lugar de nacimiento. El 28 de septiembre llegó la flota al puerto de Laredo. Al tomar tierra Carlos V declaró: "Yo te saludo, madre común de los hombres. Desnudo salí del vientre de mi madre: desnudo volveré a entrar en tu seno". A su llegada no tuvo el recibimiento que esperaba y se molestó. Además, el mal estado de los caminos retrasó la presencia de Luis Quijada, mayordomo de su hija Juana, princesa regente y gobernadora de Castilla, que traía una remesa de 4.000 ducados que el Emperador había solicitado. Tampoco había llegado el Condestable, ni los capellanes y médicos que necesitaba pues varios habían enfermado o muerto en el viaje y todas estas circunstancias le irritaron especialmente. Durante la estancia en Laredo se encontraba de mal humor.

El 6 de octubre salió de Laredo para Medina de Pomar acompañado por el alcalde de Durango, de la Chancillería de Valladolid. Evitaba hablar de negocios o de asuntos políticos. Su único objetivo era llegar cuanto antes a Yuste. El 13 de octubre llegó a Burgos y permaneció hasta el día 16 negándose al recibimiento del Condestable de Navarra. La marcha era tan lenta que empleó casi seis días de Burgos a Valladolid. Aquí se alojó en la casa de Rui Gómez de Silva dejando el palacio a sus hermanas que llegaron una jornada después. De Valladolid partió el 4 de noviembre con tiempo lluvioso y frío, llevándole en litera sobre mulas. A Tornavacas llegó a través de Valdestillas, Medina del Campo, Horcajo de las Torres y Alaraz. En el duro y escarpado puerto de Tornavacas fue llevado en la litera a hombros de labradores ya que su enfermedad y lo accidentado de la zona le impedía el paso a caballo y las mulas podían despeñarse. Durante las tres leguas que duró el sinuoso y difícil camino no se separó de su lado y anduvo a pie junto al Emperador Luis Quijada.

El 14 de noviembre entraron en Jarandilla y todos se alojaron en el excelente castillo- palacio de los Condes de Oropesa. Perfectamente dotado y con bellos jardines de naranjos y limoneros. El riguroso frío, la pertinaz lluvia y las densas nieblas que acaecían en Yuste aconsejaban alargar la estancia. Estas inclemencias invernales y los severos calores estivales previstos desanimaban a todos, incluida su hermana la Reina de Hungría, que recomendaban al Emperador la suspensión del viaje final y la búsqueda de otro lugar más adecuado para su salud. Ante estos contratiempos, el 23 de noviembre, Carlos V visitó personalmente su futura residencia y volvió convencido de todo cuanto había visto dando su total aceptación. No obstante, el Emperador permaneció en Jarandilla esperando los dineros que había solicitado a Sevilla para despedir y pagar a los criados que le habían acompañado y para sus gastos de manutención. El 16 de enero de 1557 llegaron los fondos, indemnizó a los criados y agilizó los preparativos para su entrada en Yuste. El 3 de febrero de 1557, Carlos V accedió al Monasterio de Yuste. Su primera visita fue a la Iglesia donde le recibió la Comunidad de monjes y le cantó el Te deum laudamus. Colocado en una silla todos los monjes por su orden fueron besándole las manos. El Prior le dirigió unas palabras de agradecimiento por haber elegido el monasterio para vivir con ellos.

sábado, diciembre 22, 2007

El recuerdo navideño de mi infancia


Mis mejores deseos de felicidad y alegría para todos los madrigaleños en cualquier sitio del mundo donde se encuentren rodeados de los seres más queridos. Que la Nochebuena, noche de Paz, sea el comienzo de un año 2008 lleno de éxitos. Que para todos se hagan realidad los mejores sueños. Anatole France decía que el porvenir es un lugar cómodo para colocar los sueños. Son tiempos de reflexión, de cierre de ejercicio y de planificación de nuevos proyectos, de renovadas ilusiones y de ansiadas esperanzas. Un proverbio japonés dice que es mejor viajar lleno de esperanza que llegar. Mientras dura el viaje pervive la esperanza. Pero en este viaje de ilusión hacia el futuro hay una evocación de nostalgia hacia el pasado. Todos recordamos a los seres queridos que no están temporalmente o a los que se fueron para siempre. Algunos nos rebelamos y gritamos sin comprender por qué tienen que irse para siempre los seres buenos que tanto nos quieren y a los que tanto queremos. En Navidades siempre vuelvo a los recuerdos de mi infancia en Madrigal.

Reaparecen especialmente con 7 u 8 años de edad, los días más crudos del invierno con las orejas, las manos y los dedos de los pies llenos de sabañones, en los que en el camino a la escuela, a la clase de D. Baldomero, iba rompiendo alegremente con mis botas katiuskas, recien compradas, los cristales de los charcos. Cuando pasaba por el horno de "tia" Fermina me quedaba pegado a la ventana para aspirar el olor a pan reciente y el delicioso aroma de las perrunillas, las magdalenas y los mantecados permaneciendo un rato más hasta que recibía en mi cara el agradable aire caliente que aliviaba mis heladas mejillas. Entonces hacía frío en Madrigal. D. Baldomero, al que recuerdo especialmente por su inmensa calvicie y su prominente abdomen, nos aplicaba como castigo un duro golpe en la palma de la mano con la regla o nos mandaba tirar de una cuerda anudada a una caña de bambú sujeta a una columna que con un plumero de papel en el vértice y un movimiento de sube y baja evitaba que las moscas le picaran en la calva . Nosotros, en nuestra ingenua infancia, pensábamos que untándonos las manos con ajos porros aliviábamos el dolor y los más optimistas incluso esperaban que la regla se partiera al golpear en las pestilentes manos. La dureza del golpe inmisericorde producía una aguda marca roja y originaba un intenso dolor en la palma de la mano. De inmediato, unas lágrimas de angustia y rabia contenida asomaban en mi rostro cuando era golpeado mientras los demás seguían cantando la tabla de multiplicar. En momentos como éste me consolaba recordando con añoranza la estancia en la escuela de párvulos de "tia" Severa. Los vecinos adultos la llamaban la escuela de los "cagones". Allí las dificultades y los errores se superaban con afecto y mucho cariño. Cuando mi primo Felix "Cuca" y Rafa "El Molinero"- a todos nos había puesto un mote- protegidos del maestro, empezaban a mitad de la mañana a repartir la leche en polvo y el queso amarillo de bola que nos regalaban los americanos aún tenía los ojos rojos y humedecidos de lágrimas. El bote con asa que utilizábamos diariamente como taza para beber la leche que había hecho "tio" Ufe dejaba el fondo de éste lleno de grumos a los que nosotros denominábamos "drugos". D. Teófilo, el otro maestro, era totalmente opuesto a D. Baldomero. Físicamente muy delgado, con gafas de intelectual y abundante cabello, entregado, cariñoso, pedagogo y gran educador. Sentíamos envidia de los que iban a su clase pues de él sólo nos contaban cosas buenas.

A la salida de la escuela los primos y amigos íbamos a pedir el aguinaldo. Con una pequeña pandereta, una rústica zambomba hecha por mi abuelo Blázquez con piel de conejo y madera, una botella vacía de anís estriada y una cuchara, dos tapas de cazuela y un caldero empezábamos con el canto tradicional: "Deme el aguinaldo señora por Dios que venimos cuatro y entraremos dos". Unos céntimos y excepcionalmente alguna peseta para comprar castañas pilongas o algún caramelo alegraba nuestra Nochebuena. Al caer la noche se oían por las calles los villancicos de otros grupos: "25 de diciembre fun, fun, fun.." "Pero mira como beben los peces en el río". "Esta noche es Nochebuena y mañana es Navidad saca la bota María que me voy a emborrachar". "Nochebuena, Nochebuena buena me la dio mi madre que empezó por el más chico y acabó por el más grande". A las doce de la noche, tras la sencilla cena, sonaban las campanas de la torre y D. Martín nos convocaba a la misa del Gallo. El sueño se apoderaba de mí en la iglesia, antes de que el cura dijera en latín el "Ite, misa est". Me despertaba con el último villancico: "Ay del chiquirritín chiquirriquitín metidito entre pajas. Ay del chiquirritín chiquirriquitín queridin, queridito del alma. Entre un buey y una mula Dios ha nacido y en un pobre pesebre lo han recogido". Al terminar la misa nos acercábamos a ver el nacimiento. Y de la mano de mi madre y de mi divertida abuela Sofía, volvíamos a nuestro humilde hogar.

domingo, diciembre 16, 2007

Nuestros antecedentes Vetones en el Raso


"Cuenta Estrabón la anécdota que unos guerreros vetones al ver a unos soldados romanos pasear delante del campamento pensaron que eran locos pues creían que el hombre cuando no se halla en pelea está sin hacer nada, descansando." Estrabón fue geógrafo e historiador griego nacido en Amasía en el año 63 a. C., ciudad de Ponto (en la actualidad pertenece a Turquía). Gran viajero. Su insigne obra es la Geografía, una descripción del mundo como se conocía en la antiguedad.

Los vetones son conocidos dentro de la cultura Cogotas II o de los verracos que se inicia en el siglo V a. C. como evolución de la cultura de la Edad de Bronce denominada Cogotas I con influencia de movimientos indoeuropeos. En el caso de El Raso, pudiera tratarse de Eburones, pueblo celta del sur de los Paises Bajos que se establecen en este siglo. El origen del nombre vetones, según Manuel Salinas de Frías, se identifica con el vocablo celta uikta que significa lucha. La traducción del término vetones o vettones (las dos Tes es un grupo consonántico que no existe en el castellano actual) tiene el significado de hombres de la guerra, luchadores o guerreros. Los primeros restos del asentamiento de El Raso se descubrieron en 1934. El poblado se encuentra sobre el monte llamado del Freillo a 790 metros de altura, un lugar estratégico, con unas vistas admirables de la Sierra de Gredos, del río Tietar, de la garganta de Alardos y del propio Madrigal. El yacimiento tiene diferentes partes: en la zona más alta del poblado se encuentra la Muralla un poco más abajo la Necrópolis y en la unión de la garganta y el río el Santuario. La vida del poblado se extendió hasta mediados del siglo I a. C. muy avanzada la época romana. Tenía una superficie próxima a 15 hectáreas con cerca de 600 casas y alrededor de 3.000 habitantes. La zona amurallada les protegía de los ataques enemigos. En la necrópolis enterraban a sus muertos. Les incineraban y con sus cenizas enterraban sus pertenencias. Creían en otra vida después de la muerte. Rendían culto a la naturaleza y a sus poderes y tenían gran respeto a los mayores. El lobo tenía carácter protector. En los enterramientos se han observado señales de grandes diferencias sociales. Había distintos clanes o familias con gentilicios distintos. Su matrimonio era monogamo y su régimen, patriarcal con presencia de clases o grupos de edad que regían el poblado por medio de consejos de ancianos o de guerreros. Tenían un alto índice de mortandad causado por la falta de higiene, la malaria y las fiebres de malta. La edad media de vida se situaba en 26 años en las mujeres y 33 años en los hombres. En el santuario adoraban al dios Vaélico, dios de las armas. Ejercían el culto mediante danzas y sacrificios. El poder lo ejercía una aristocracia militar de guerreros.

Su base económica estaba constituida por la ganadería, especialmente los cerdos, las vacas y los caballos, seguida de la agricultura y los metales, en especial el oro y el estaño. El cerdo y el ganado vacuno fueron muy importantes, tal y como se reflejan en sus esculturas, las denominadas verracos. También fueron importantes los caballos por los numerosos bocados encontrados en los enterramientos de Cogotas, La Osera, Cardeñosa y El Raso. La importancia de la caballería destaca además en la aparición de defensas de piedras clavadas delante de las murallas para evitar los ataques de la caballería. La agricultura fue complementaria, pues se han encontrado indicios de molinos y aperos de labranza. Se alimentaban de bellotas y castañas. Estrabón decía: "Los habitantes de las sierras viven durante dos tercios del año de bellotas que secan, trituran y después muelen para hacer pan, que conservan largo tiempo". Por el propio Estrabón conocemos que no hacían más de una comida al día. Se alimentaban asimismo de carne de cerdo, cabra y oveja. Su caza era el ciervo y la cabra montés. Confeccionaban sus vestidos con materiales de origen vegetal tejidos de lana y animal, pieles de cabra. Era un pueblo hospitalario. La vida familiar se hacía en torno a la cocina. El hombre cuidaba los animales y cultivaba el campo. La mujer realizaba las tareas domésticas, tejía y realizaba los vestidos para toda la familia. Amaban la música y la danza. Su cultura fue absorbida por la cultura romana y con posterioridad por el cristianismo. No obstante han quedado algunas costumbres o tradiciones de esta época en Madrigal y en los pueblos del entorno de los que haremos mención en otra ocasión.

sábado, diciembre 08, 2007

El Pimentón de la Vera


Los sabios afirman que es el mejor pimentón del mundo. Desde 1994 tiene Denominación de Origen Protegida. El pimiento para pimentón llegó de América y fue introducido en España en 1493 por Cristobal Colón que se lo ofreció a los Reyes Católicos en el Monasterio de Guadalupe. A las especias se las consideraba en la antiguedad como auténticos tesoros. Eran un regalo idóneo para dioses y reyes. Los monjes jerónimos iniciaron el cultivo en este monasterio y de inmediato lo extendieron a los demás, Yuste (Cuacos) y Ñora (Murcia). Tras las piedras de los claustros han convivido por siglos tradición, sabiduría y secretos culinarios que todavía perviven. Éste es el origen de las dos principales zonas pimentoneras de España: la Comarca de la Vera y la Región de Murcia.

El 5 de diciembre de 1492, en su primer viaje, Colón desembarca en una isla a la que bautiza como La Española. Una de las Grandes Antillas, en el mar Caribe, situada al sureste de Cuba y al oeste de Puerto Rico. La segunda más grande del Caribe después de Cuba. Hoy está dividida en dos países la República de Haití y la República Dominicana. Los nativos de esta isla le ofrecieron comidas condimentadas con ají o chiles que Colón confundió con la pimienta de origen asiático y que calificó como "violentamente fuerte" a su regreso a España. Colón trajo en este primer viaje lo que denominó "pimientos", variedades de distintas clases y colores. El hecho es mencionado por Peter Martyr, informador papal, en un escrito de 1493. En el segundo viaje de Colón en 1495, un cronista escribió: "...en aquellas islas existen arbustos como rosales que dan frutos tan largos como canelas con granitos tan picantes como los de la pimienta y que los nativos se comen como nosotros comemos manzanas...". En 1500, Colón llevó en su viaje al médico Diego Chanca que fue el que describió la fauna y flora del Nuevo Mundo y mencionó que los nativos utilizaban el ají para condimentar las carnes y pescados. Con posterioridad varios botánicos describen las características de la especia. La planta fue llevada a la India en 1611 por los portugueses. Los españoles la introdujeron en España y en otras partes de Europa. En el siglo XVII llegó su cultivo a Asia y África llevada por españoles y portugueses. El botánico sueco Linneo clasificó científicamente a las dos especies principales capsicum annum y capsicum frutescens. Las demás son variaciones menores dentro de la mismas especies.

Algunas especies fueron monedas de cambio y llegaron a tener más valor que el propio oro. Tenían propiedades conservantes, aromatizantes, potenciadoras de sabor y terapéuticas. El pimentón dulce o picante contiene abundante vitamina C. Esta vitamina denominada también como ácido ascórbico ayuda a prevenir muchas enfermedades y alarga la vida. Es uno de los mejores antioxidantes. Contiene también flavonoides con propiedades anticancerosas, cardiotónicas, antitrombóticas, antiinflamatorias, analgésicas y antimicrobianas. Y provitamina A. Esta vitamina es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas y los huesos.

El pimentón dulce es imprescindible para dar el toque de sabor y color a multitud de guisos de la cocina mediterránea. El pimentón picante se utiliza para productos de chacinería y como adobo de carnes y pescados. El Consejo Regulador define el producto de la siguiente forma: "La Denominación de Origen Protegida Pimentón de la Vera ampara el producto obtenido de la molienda de frutos totalmente rojos, de las variedades de pimiento del grupo Ocales ( Jaranda, Jariza, Jeromín), y de la variedad Bola, pertenecientes a las especies botánicas Capsicum annum y Capsicum longum, recolectados maduros, sanos, limpios, con el color característico de la variedad, libres de ataques de plagas o enfermedades, secados con leña de encina y/o roble, por el sistema tradicional de la Vera, y que proceda de la zona de producción delimitada."
A este respecto, la zona de producción de pimientos está constituida por los municipios de las comarcas naturales de La Vera, Campo Arañuelo, Valle del Ambroz y Valle del Alagón, en el norte de la provincia de Cáceres. La zona de producción la componen cincuenta pueblos. El Pimentón de La Vera es un producto de sabor y aroma ahumados, intensos y penetrantes, debido al proceso de secado al humo a que se somete a los pimientos. Su coloración es rojo intenso y el fruto tiene un brillo relativo. Su sabor, aroma y color son altamente estables a lo largo del tiempo, debido principalmente al lento y suave proceso de deshidratación que se utiliza. Según su sabor podemos establecer tres grupos de pimentones: Pimentón dulce, de sabor suave, totalmente dulce. Elaborado principalmente con las variedades Bola y Jaranda. Pimentón ocal o agridulce, suavemente picante al paladar. Elaborado principalmente con las variedades Jaranda y Jariza. Pimentón picante, pronunciado picor al paladar. Elaborado principalmente, con las variedades Jeromín, Jariza y Jaranda.

Ha adquirido fama y prestigio y es una de las principales riquezas de la comarca. La Denominación acoge a más de 600 agricultores y 13 industriales abarcando una zona de producción próxima a las 1000 hectáreas. El pasado mes de agosto ha quedado incluido en el Registro de Denominaciones Europeo. Felicidades al "oro rojo" verato del que nos sentimos orgullosos.

Miguel Hernández, poeta del pueblo, dice en su poema:


EL SILBO DE AFIRMACIÓN EN LA ALDEA
......Nace un niño, y entera

la madre a todo el mundo del contorno.

Hay pimentón tendido en la ladera,

hay pan dentro del horno,

y el olor llena el ámbito, rebasa

los límites del marco de las puertas,

penetra en toda la casa

y panifica el aire de las huertas.

Con una paz de aceite derramado,

enciende el río un lado y otro lado

de su imposible, por eterna, huida.

Como una miel muy lenta destilada,

por la serenidad de su caída

sube la luz a las palmeras: cada

palmera se disputa

la soledad suprema de los vientos,

la delicada gloria de la fruta

y la supremacía

de la elegancia de los movimientos

en la más venturosa geografía.




Está el agua que trina de tan fría

en la pila y la alberca

donde aprendí a nadar. Están los pavos,

la Navidad se acerca,

explotando de broma en los tapiales,

con los desplantes y los gestos bravos

y las barbas con ramos de corales.

Las venas manantiales

de mi pozo serrano

me dan, en el pozal que les envío,

pureza y lustración para la mano,

para la tierra seca amor y frío.




Haciendo el hortelano,

hoy en este solaz de regadío

de mi huerto me quedo.

No quiero más ciudad, que me reduce

su visión, y su mundo me da miedo.

¡Cómo el limón reluce

encima de mi frente y la descansa!

¡Cómo apunta en el cruce

de la luz y la tierra el lilio puro

!Se combate la pita, y se remansa

el perejil en un aparte oscuro.




Hay azahar, ¡qué osadía de la nieve!

y estamos en diciembre, que hasta enero,

a oler, lucir y porfiar se atreve

en el alrededor del limonero.

Lo que haya de venir, aquí lo espero

cultivando el romero y la pobreza.

Aquí de nuevo empieza

el orden, se reanuda

el reposo, por yerros alterado,

mi vida humilde, y por humilde, muda.

Y Dios dirá, que está siempre callado.






sábado, diciembre 01, 2007

La Serrana de la Vera


La Serrana de la Vera es una de las mujeres más seductoras de la tradición popular. El personaje tiene íntima relación con la Comarca de la Vera, especialmente con Garganta de la Olla y el Piornal. A lo largo del tiempo, las versiones del romance se han extendido por toda España. La bella Serrana ha servido de inspiración a numerosos grupos y solistas de folk.

La moza cautivó tanto a Lope de Vega que a finales del siglo XV o principios del XVI escribió una comedia sobre ella titulada La Serrana de la Vera. En 1613, Luis Vélez de Guevara escribió otra versión más trágica, con el mismo título, cuyo texto manuscrito se conserva. El contenido de sus obras coincide con el romance popular. Es la historia de una mujer muy hermosa que sufrió un desengaño amoroso y se retiró a vivir a la sierra recluyéndose en una cueva. Se enamoró de un joven que tras seducirla y gozar de ella la abandonó. Posteriormente, en venganza, seducía a los mozos que consideraba especialmente atractivos, los llevaba a la cueva para acostarse con ellos y después los mataba.

Julio Caro Baroja idealiza tanto a la Serrana que la convierte en una diosa maravillosa, un ser sobrenatural con prodigiosas artes de seducción. Manifiesta que su estructura narrativa recuerda al “arquetipo” del mito de Diana. Antigua divinidad de Italia de la naturaleza salvaje y de los bosques. Más que en la diosa cazadora, los romanos veían en ella a la hermana gemela de Apolo. Otros autores se apegan a la tierra, destacan su aspecto forzudo, salvaje y terminan convirtiéndola en una fiera. Dos visiones diferentes: la seducción frente a la fuerza física. O mejor la síntesis de la seducción perversa y la mujer fatal. Una seductora que tras ofrecer el cuerpo a sus amantes y permitir que gocen termina despreciándolos y sustituyéndolos. Reproduce el mito del Don Juan masculino que seduce a las mujeres, las utiliza sexualmente y después las abandona. Aunque con D. Juan pierden la honra pero conservan la vida. Como mujer fatal se convierte en una fiera salvaje con instinto depredador. Caza a la presa, abate a la víctima, se la lleva a su refugio y disfruta vengándose de ella.
En la literatura española son tradicionales las serranillas, poemas amorosos que cantaban el encuentro con una mujer de la sierra o serrana. Se destacan en El Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita y en las obras del Marqués de Santillana. Las serranas eran personajes de existencia casi legendaria y habitaban en escondidas sierras o pasos de montaña. Los caballeros perdidos por la dureza del camino o por climas adversos, se veían obligados a solicitar refugio, a cambio ellas pedían una especie de peaje, bien sexual, bien en forma de algún regalo. A algunas, incluso, se les atribuían crímenes o desapariciones de viajeros. El mismo contenido que en La Serrana de la Vera. Estos mitos, romances o leyendas iban en el siglo XV de boca en boca.
Reproduzco la versión de Azedo de Berrueza escritor del siglo XVIII nacido en Jarandilla:
«Allá en Garganta la Olla,
en la Vera de Plasencia,
salteóme una serrana,
blanca, rubia, ojimorena.

Trae el cabello trenzado
debajo de una montera,
y porque no la estorbara,
muy corta la faldamenta.

Entre los montes andaba
de una en otra ribera,
con una honda en sus manos,
y en sus hombros una flecha.

Tomárame por la mano
y me llevara a su cueva;
por el camino que iba,
tantas de las cruces viera.

Atrevíme y preguntéle
qué cruces eran aquéllas,
y me respondió diciendo
que de hombres que muerto hubiera.

Esto me responde y dice
como entre medio risueña:
-Y así haré de ti, cuitado,
cuando mi voluntad sea.

Dióme yesca y pedernal
para que lumbre encendiera
y mientras que la encendía
aliña una grande cena.

De perdices y conejos
su pretina saca llena,
y después de haber cenado
me dice:
-Cierra la puerta.
Hago que la cierro,
Y la dejé entreabierta:
desnudóse y desnudéme
y me hace acostar con ella.

Cansada de sus deleites
muy bien dormida se queda,
y en sintiéndola dormida,
sálgome la puerta afuera.

Los zapatos en la mano
llevo porque no me sienta,
y poco a poco me salgo,
y camino a la ligera.

Más de una legua había andado
sin revolver la cabeza,
y cuando mal me pensé
yo la cabeza volviera,
y en esto la vi venir
bramando como una fiera,
saltando de canto en canto,
brincando de peña en peña

-Aguarda -me dice-, aguarda;
espera, mancebo, espera:
me llevarás una carta
escrita para mi tierra.

Toma llévala a mi padre;
dirásle que quedo buena.
-Enviadla vos con otro,
o ser vos la mensajera”.